Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse. Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
El servicio a los demás es la mejor manera de poner en práctica nuestra obediencia a Dios. Ahí es cuando nos damos cuenta fácilmente de lo que hay en nuestro corazón. Piénsalo. Es el momento en el que dejas de pensar en ti y tienes que pensar en alguien más. Personalmente me sorprende la facilidad con la que mi esposa recibe y atiende a las visitas. Por el contrario, a mi me cuesta mucho trabajo ser como ella. No quiere decir que no me gusten las visitas. ¡Al contrario! Pero simplemente yo no soy como ella y tengo que hacer consciente el dejar de pensar en mí y ponerme a servir. Ya sea en la hospitalidad o en cualquier otro servicio, la biblia nos dice que lo hagamos como quien tiene el poder de Dios para que así sea alabado y a Él sea la gloria. No se trata más de ti ni de mí sino de Jesús.
Dios te ha dado características únicas que quiere que utilices sirviendo a los demás. Seguramente las conoces y hay otras que irás descubriendo. Lo importante es detenerse un momento y darse cuenta si estás buscando cómo servir a Dios o cómo servirte a ti mismo. No hay punto medio. O sirves a Dios o te sirves a ti. ¿De qué lado estás? La biblia hoy nos enseña que debemos ser buenos administradores de lo que se nos ha dado. Piénsalo. ¿Para qué eres bueno? ¿Para qué eres malo? Las dos son excelentes áreas de oportunidad para trabajar. En la primera, será sencillo poner en práctica lo que Dios te ha dado. El segundo, será un trabajo de Dios transformando tu corazón y tu mente. Ya sea una u otra, busca que la gloria sea siempre para Dios.
¿De qué nos sirve todo esto? Muy buena pregunta. Para tener la perspectiva y dirección correcta de las cosas. Cuando atravieses algún problema o adversidad, tendrás dos opciones: preocuparte o tratar de aprender lo que Dios quiera enseñarte. Si estás bien enfocado, utilizarás cada situación para poder servir al Señor. He escuchado testimonios increíbles de personas compartiendo a Cristo en un hospital mientras sus seres queridos están entre la vida y la muerte. ¿Significa que no les importa? ¿Significa que no están tristes? ¡Por supuesto que no! Lo que significa es que han madurado espiritualmente y saben que el Señor siempre busca lo mejor para nosotros. Por esta razón, en lugar de estarse preocupando y angustiando, buscan la manera de servirle mientras atraviesan cualquier adversidad.
Hoy Dios te está enseñando que debes tener una actitud dispuesta a servir. Deja de pensar en ti y piensa en cómo servir al Señor amando a tu prójimo. Cualquiera que sea tu don, ponlo a su servicio. Deja la pasividad. Deja las quejas. Deja las críticas. Deja todo eso que estorba atrás y comienza a servir con amor y gozo.
Oración
Señor: definitivamente mi dirección no era la correcta. Te pido perdón y sobretodo que me enseñes a servir. Quiero dejar de ser egoísta y buscar servir y amar a mi prójimo en todo lo que haga sabiendo que esto te es agradable. Guíame Señor en tu voluntad. Te lo pido en Cristo Jesús. Amén
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