En el contexto del pasaje, Jehová le indica a Samuel que vaya con Isaí de Belén y de sus hijos, Dios le muestre quién sería el nuevo rey y lo ungiera. Cuando llega, le presentan a Eliab. Samuel al verlo quedó impresionado. Alto, de buen parecer y fuerte. Seguramente con mucho carisma y toda la imagen de un líder. Inmediatamente Samuel toma su propia decisión y dice: seguramente aquí tenemos al elegido. Y Dios contesta con el versículo 17: no, éste no es mi elegido.
Hay dos puntos a tratar en este pasaje. El primero es nuestra forma de reaccionar ante lo que vemos. Cerramos nuestras opciones a lo que tenemos delante y olvidamos que tenemos de nuestro lado a un Dios Todopoderoso que puede cambiar todo en un instante. Ese Señor es el que abre caminos por donde no existían y brinda esperanza al alma que está abatida. Pero ahí vamos nosotros, buscando una solución en lo que vemos en lugar de cerrar nuestros ojos y escuchar a su Espíritu mostrar el camino correcto. Recientemente escuché una historia de una familia que quería adoptar pero estaban pagando una deuda que tenían pendiente. Sus planes, a la vista de todos nosotros, eran terminar de pagar y luego comenzar el proceso de adopción. Los planes de Dios eran distintos. Él se encargó de proveer el dinero a través de una donación que recibieron de una pareja que nunca imaginaron. Su hija fue concebida el día que se les otorgó el dinero para pagar su deuda y comenzaron la adopción que se terminó nueve meses después. Resulta imposible para nosotros poder ver siquiera un poco de la forma en que Dios desarrollará sus planes en nuestra vida. Estamos limitados a lo que vemos y Él no tiene restricción alguna. Entonces, dejemos de frenar nuestra esperanza por lo que vemos y confiemos en Aquel que lo puede todo.
El segundo punto a tratar, es que Dios no ve las apariencias ni lo externo sino el corazón. Tú y yo nos sorprendemos con el físico, con lo exterior, con las obras, pero Dios ve lo que hay en nuestro interior. Se fija en lo más profundo de nosotros y es ahí donde trabaja. Es ahí donde encuentra corazones dispuestos a seguirlo o renuentes y orgullosos. No lo podemos engañar. Aunque intentemos “ser buenos”, Él siempre conocerá nuestro corazón. Jehová nos da una gran lección a través de Samuel al rechazar a Eliab a pesar de que parecía el candidato perfecto. No, dice Dios, yo no veo lo que ustedes ven, yo veo el corazón. Preocupémonos por tener un corazón sincero y dispuesto a servir.
Oración
Padre: gracias por mostrarme que tus planes son superiores a los míos y que abres caminos donde yo no veo nada. Ayúdame a confiar en Ti y no en lo que veo pues ahora entiendo que estoy limitado. Te pido por mi corazón, porque sea agradable a Ti y siempre quiera servirte. Te lo pido en Cristo Jesús
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario