Recuerdo hace tiempo cuando daba clases a los jóvenes de 13 años en adelante. Cada vez que les preguntaba: ¿Qué tenemos que hacer cuando pasa esto o aquello? La respuesta era fácil: orar y leer la biblia. Pero no me dejaban contento con esa respuesta. Los niños son más listos de lo que pensamos y aprenden muy rápido. Ellos sabían que la respuesta sin error era decir orar y leer la palabra. Aunque la respuesta es buena, tiene ciertas vertientes que se deben analizar.
Como adultos caemos en la misma situación que mis ex alumnos. Atravesamos momentos duros. Entornos difíciles. Ambientes hostiles. Preocupaciones, angustias e incertidumbre. Recordamos que lo que debemos hacer es orar y leer la palabra de Dios y lo hacemos. ¿Pero qué pasa después? Nada. Tal vez por un momento sentimos paz y recordamos que Dios tiene el control, pero apenas salimos nuevamente a la calle y parece que nada hubiera cambiado.
¿Te ha pasado?
El problema no es la falta de respuesta a nuestra oración (aunque nos guste utilizar esta idea como pretexto). El problema se divide en dos partes: el tipo de oración y el seguimiento a la misma. La primera consta de entender por qué oramos y qué decimos cuando oramos. La oración no es una forma de pedir que nuestros problemas se resuelvan. La oración es nuestro tiempo íntimo con Dios. Es nuestro momento para decirle que estamos cansados, trabajados y desanimados. Es cuando le damos gracias porque vemos sus bendiciones en nuestra vida. Es cuando le pedimos porque traiga paz, esperanza y amor a nuestro corazón. A veces solo pensamos en orar, orar y orar olvidando sobre cómo debemos orar. Ahora, una vez que oramos y logramos esa comunión con el Señor, debemos entender que Él busca cambiar nuestro corazón y moldear nuestra vida. Por esta razón, cuando oramos, no quiere decir que todo va a cambiar, al contrario, es probable que todo se vuelva más intenso. Si pedimos a Dios que transforme nuestro mal humor, es probable que nos ponga en situaciones donde nuestro carácter estallará. ¿La razón? Es la única manera en que podemos ser transformados. ¿Buscas perdonar más? Vendrán situaciones en las que tengas que ejercitar el perdón en tu vida. Sin embargo no todo es así. La paz y consuelo del Señor son inmediatas. Éstas provienen de Él y no de nosotros.
Por lo tanto, cuando leemos que Dios nos dice que debemos estar gozosos e inmediatamente dice que oremos constantemente, no podemos olvidar que una está ligada a la otra. Pon atención a tus oraciones. Pon atención a lo que sucede en tu vida. Tal vez estás orando porque las cosas a tu alrededor cambien cuando Dios ¡está buscando cambiarte a ti!
Oración
Padre: creo que he estado orando porque cambies todo a mi alrededor en lugar de que me cambies a mí. Te pido me transformes y pueda entender Tu trabajo en mí. Quiero aprender a estar gozoso y en constante comunión contigo. En el nombre de Jesús te lo pido
Amén
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