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10 ago 2010

Salmo 46:1

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.



En otra versión dice que Dios es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda muy presente en tiempo de dificultad.
Conforme más y más versículos estudiamos, más conocemos las características de Dios. Nos podemos dar cuenta que es un Dios que busca constantemente estar en comunión con nosotros y sobre todo, apoyarnos cuando más necesidad e incertidumbre tenemos.
Lo que debemos meditar el día de hoy es sobre nuestros amparos y refugios actuales. Realmente a ¿quién o a dónde acudimos cuando tenemos problemas? Cuando tienes problemas legales, puedes solicitar un amparo. ¿Confías más en el amparo legal que en el amparo de Dios? A veces confiamos más en lo que vemos, en lo que pensamos que puede ser, en aquello que creemos tiene mayor probabilidad de éxito y nos olvidamos de nuestro verdadero amparo y fortaleza que es Dios. Cuando falta dinero el amparo se vuelve el ahorro y el afán se traslada en encontrar otra fuente de ingreso. Cuando hay pleitos familiares, el amparo y la fortaleza se traduce en separación temporal “hasta que se puedan perdonar”. Cuando hay enfermedades los médicos son la fortaleza. Cuando hay algún momento difícil como un robo o secuestro, un fallecimiento, un divorcio, ¿quién o qué es nuestro amparo y fortaleza? ¿Dónde encontramos nuestra ayuda? Tal vez es nuestra naturaleza. No lo sé y tampoco lo entiendo, pero al leer y entender que Dios es mi amparo, mi refugio y mi fortaleza, no dejo de pensar en cuántas veces busqué en los lugares equivocados. ¿Cuánta gente sigue buscando donde no habrá refugio?
A veces tenemos conocimiento de Dios. Sabemos que existe, que tiene buenas intenciones para con nosotros. Pero cuando llegan momentos duros, crudos y difíciles, volteamos la mirada y nos enfocamos a resolverlos como estamos acostumbrados a hacerlo. ¿Por qué no hacer un alto? ¿Por qué no intentar un camino distinto? Pongamos a prueba al Señor y dejemos que nos muestre ese amparo, ese refugio, esa ayuda que tanto llegamos a necesitar.
Por otro lado, espero que no conviertas a Dios en tu número de emergencia, el cual solamente es llamado cuando ya no puedes más y al terminar tu problema, no vuelve a ser llamado. Espero que, si has experimentado el refugio y amor de Dios, busques transformar tu vida y realices un compromiso con Él.
Dios es nuestra ayuda presente en momentos difíciles. ¡No lo olvides! No te dejes distraer por todo lo que hay a tu alrededor. No te ahogues en un vaso de agua. Frena por un momento. Recapacita tu situación. Entiende que probablemente no haya mucho que hacer. Acude a Dios para recibir refugio, fortaleza y ayuda…

Oración
Señor: necesito tu ayuda, tu refugio y tu fortaleza. Ayúdame a seguir adelante y permite que entienda cuánto te necesito. Perdona que sea necio y tarde tanto en voltear a Ti. En el nombre de Jesús te doy las gracias por escucharme,
Amén

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