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6 mar 2012

Hechos 19:28-31


Al oír esto, se enfurecieron y comenzaron a gritar: ¡Grande es Artemisa de los efesios!  En seguida toda la ciudad se alborotó.  La turba en masa se precipitó en el teatro, arrastrando a Gayo y a Aristarco, compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia.  Pablo quiso presentarse ante la multitud, pero los discípulos no se lo permitieron.  Incluso algunas autoridades de la provincia, que eran amigos de Pablo, le enviaron un recado, rogándole que no se arriesgara a entrar en el teatro.


Imagina por un momento lo que sintieron Gayo y Aristarco.  Para que puedas ponerlos en el contexto correcto, piensa en una multitud como en un estadio de fútbol.  Piensa en aquellos partidos en los que una gran masa de seguidores de un equipo, comienza a molestar a uno o dos que por alguna razón se sentaron en el lado incorrecto del estadio.  A veces los empujan y en ocasiones hasta los golpean cuando las cosas se salen de control.  Nos dice la biblia que la ciudad entera se alborotó y dentro de este movimiento, estos dos hombres son arrastrados.  Probablemente fueron empujados y maltratados.  Además, el panorama seguramente no era muy alentador.  Al enterarse de esto, Pablo quiere salir inmediatamente para calmar la situación y probablemente defender a sus hermanos.  Ahora, ¿Hubiera sido una buena decisión? ¡Por supuesto que no!  Es muy probable que lo único que hubiera ocasionado es mayor alboroto y por consecuencia que él fuera también maltratado y hasta asesinado.  No creo exagerar al decir que pudo haber muerto.  ¿Cuántos mueren en encuentros de multitudes porque la gente se dejó llevar?  Esto nos debe enseñar que no siempre tomamos decisiones correctas y que debemos escuchar el consejo de quien nos rodea.  Pablo pudo haber pensado que Dios estaba con él, que lo cuidaría y que todo era posible confiando en Él.  Si bien es cierto esa premisa, no quiere decir que la voluntad de Dios era que Pablo se enfrentara a esa multitud.  Un ejemplo similar lo vemos cuando Jesús es tentado en el desierto.  El hecho de que Dios tenga el poder de hacer algo, no significa que esa sea su voluntad.  ¡Cuidado!  Mucha gente se frustra porque piden y piden porque se haga esto y aquello sin pensar si es o no la voluntad del Señor.
Pablo recibe consejo pidiendo que no salga.  “No hagas nada Pablo”, “Por favor no vayas a la multitud”, “La multitud se alborotará más si sales y será peor el resultado”.  Imagina a Pablo con su gran deseo de salir.  Con la determinación y gran valentía que siempre tuvo, en ese instante, escuchó a sus hermanos y comprendió que era una mala decisión el salir al teatro.  ¿Cómo corregir nuestros pasos si no escuchamos consejo de nadie?  ¿Cómo evitar tomar decisiones incorrectas como la que Pablo estaba tomando si no consultamos a nuestros líderes espirituales?  ¿Acaso crees que no necesitas que te corrijan?  Pablo, siendo un hombre entregado al Señor, estuvo a punto de cometer un grave error.  ¿Crees que tú no puedes cometer grandes errores por no escuchar consejo?  Algunos son orgullosos y creen que no necesitan de nadie más.  Otros son tímidos y no se atreven a hablar de su vida pues no quieren volverse “vulnerables”.  Y otros cuantos, los peores a mi parecer, son los que no quieren hablar porque prefieren mantener una imagen de que todo está bien y que son grandes seguidores de Jesús.  Cualquiera de estas tres categorías necesita cambiar.  No sé en dónde estás parado.  Tal vez en la timidez o tal vez en la hipocresía.  Lo que te puedo decir es que a Dios no lo engañas y que solamente te estás engañando a ti mismo.  ¿Para qué seguir por ese camino?  Dobla tu corazón y permite que el Señor transforme tu vida.  ¡Pide consejo!  ¡Escucha a tu prójimo!  ¡Deja que te muestren tus errores!  Nadie te va a juzgar.  Nadie te va a criticar.  Lo único que vas a lograr es mejorar tu comunión con Dios y con la iglesia pues tomarás mejores decisiones.  Pablo, un gran hombre del Señor lo hizo, ¿Por qué no hacerlo también nosotros?
Oración
Señor: te pido que examines mi corazón.  Ayúdame a entender en dónde estoy parado y por qué me cuesta trabajo abrirme con mis hermanos y pedir consejo.  Entiendo que he tomado malas decisiones y que puedo tomar aún peores por no escuchar a mis líderes ni querer pedir consejo.  Yo te pido me transformes y quites todo lo que estorba de mí para que sea renovado.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

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