Cuando cesó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos y, después de animarlos, se despidió y salió rumbo a Macedonia. Recorrió aquellas regiones, alentando a los creyentes en muchas ocasiones, y por fin llegó a Grecia donde se quedó tres meses. Como los judíos tramaban un atentado contra él cuando estaba a punto de embarcarse para Siria, decidió regresar por Macedonia.
Normalmente, cada uno de nosotros puede alentar a alguien más. Tratamos de dar consuelo, ánimo y esperanza. A veces cometemos errores en hacerlo pero nuestras intenciones siempre son el querer motivar y animar a nuestros seres queridos. A pesar de estas buenas intenciones, existen personas que van a dar mejores ánimos que otras. ¿Por qué? Porque se identifican con el problema y crean empatía entre el afectado y ellos mismos. Por ejemplo, una mujer que ha sufrido abusos en su matrimonio, podrá animar y consolar mejor a otra que se encuentre en la misma situación que una mujer que nunca ha atravesado algo similar. Las dos mujeres tienen buenas intenciones, pero la experiencia que vivió la primera simplemente causa un mayor impacto. Ahora, necesito que pienses en todas tus malas experiencias. No quiero hacerte sentir mal. Quiero que medites en lo que has atravesado y cómo lo puedes utilizar para llevar consuelo y ánimo.
Pablo mandó llamar a los discípulos que habían sido atrapados en el disturbio que se suscitó. Él sabía lo que era atravesar situaciones similares. Él había sido ya lapidado e incluso dado por muerto. Él, para este entonces, ya había experimentado cantidad de veces multitudes en su contra. Incluso fue encarcelado injustamente. Además, nos dice la biblia que en ese preciso momento se estaba organizando una revuelta en su contra y ocurriría en su embarque rumbo a Siria. Piensa en esto, una persona que está siendo perseguida, en lugar de buscar consuelo y pedir ayuda, es quien da ánimos a los demás y les dice que sigan adelante. Por el contrario, nosotros hacemos todo al revés. Nos pasa algo y queremos que nos consuelen. Queremos recibir toda la atención y pensamos que no tenemos nada que dar. Error. Nuestro deber es orar al Señor, pedir que nos llene de su amor, de su consuelo, de su cariño y de su paz. Por consecuencia, nuestro Dios derramará abundantemente todo esto sobre ti de tal forma que sobrará para que lleves a los demás lo mismo que has recibido. ¿Lo puedes ver? Pablo no era sobrenatural. Pablo no era un súper optimista. Pablo acudía a la fuente que nunca se agota. Pablo pedía al Señor que lo llenara de fe, confianza, misericordia y gracia para poder seguir adelante a pesar de todo lo que atravesaba día con día. El Señor le llenaba a tal grado que siempre podía ir con los hermanos y llenarlos de esa misma esperanza. Esto es el ejemplo real de cómo podemos dar fruto al ciento por uno. Porque proviene de nuestro Dios Todopoderoso.
Actualmente hay muchas personas viviendo momentos difíciles. Hay quienes están pensando en quitarse la vida; quienes prefieren utilizar un estupefaciente para olvidar por un momento su situación y sentirse bien; hay personas que están siendo abusadas física y emocionalmente; hay familias que se están destruyendo; hay familias que no tienen qué comer; hay personas que se sienten solas y así tristemente la lista de ejemplos no tiene fin pero si tiene forma de ser eliminada. Por cada persona que sufre, hay uno de nosotros a su lado para consolarla y llenarla de ánimo a través de Jesús. Es momento de cambiar nuestra perspectiva y forma de actuar. Debemos dejar atrás el egocentrismo y dedicarnos a trabajar para Jehová amando a nuestro prójimo y buscando estar ahí siempre que se necesite. Deja de querer recibir la atención porque has sufrido mucho. Es momento de utilizar tus malas experiencias pidiendo a Dios porque sane tus heridas y luego vayas y ayudes a otros a que también sanen las suyas. No necesitamos estar bien con nosotros mismos para estar bien con los demás. Necesitamos que Dios, el Señor, nos llene de su paz, amor, consuelo, gracia, misericordia, fe, esperanza y bendiciones para ir y compartirla con los demás. ¡Te animo a que hagas un compromiso con Dios!
Oración
Padre Santo: entiendo que eres Dios y Señor de todas las cosas y que a pesar de ello, te has fijado en mí y tus brazos están extendidos para llenarme de tus bendiciones. Quiero darte las gracias porque sé que no merezco tantísimo amor. Hoy abro mi vida y mi corazón pidiendo perdón. Te pido que sanes mis heridas. Que llenes mis vacíos. Que tu paz reine sobre mí. Además, te pido que utilice todas tus bendiciones para llevarlas a mi prójimo y que pueda ser vehículo para que otras heridas sean sanadas. Así como Pablo animó a los hermanos aún siendo perseguido en ese instante, te pido que mi vida esté llena de ánimo, amor, misericordia y consuelo para los demás. En Cristo Jesús te lo pido. Amén
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