El
que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la
oscuridad. El que ama a su hermano
permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar. Pero el que odia a su hermano está en la
oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja
ver.
No
dejo de sorprenderme cuando estudio la biblia.
Pasajes como este me recuerdan lo firme que es Dios y cuánto tratamos de
“doblar” su palabra. Me explico
mejor. Claramente el pasaje nos dice que
debemos amar a nuestro hermano. No hay
excepciones. No nos pide amor al que nos
cae bien. No nos pide amor para aquellos
que son agradables. No. Nos pide amor para todos. Pero a nosotros nos gusta, o se nos facilita,
acomodar la palabra a nuestra manera.
¿Cómo amar a esta persona? ¡No
puedo! Y como consideramos “imposible”
la tarea que Dios nos pide, simplemente eliminamos ese mandamiento o lo
“doblamos” a nuestra forma. ¿Lo estás
entendiendo? Mientras tanto, la palabra
de Dios sigue siendo la misma. ¡No ha
cambiado en nada! Lo único que cambió
fue nuestra entrega y compromiso. Ahora,
nosotros decidimos a quién amamos y a quién no.
Yo entiendo que es difícil. Yo
entiendo que hay muchas cosas que están pasando por tu mente. Incluso podrás decir que yo no he vivido lo
que tú y por eso es fácil decir lo que estoy diciendo. ¿Sabes?
Tienes razón. ¡Definitivamente no
sé lo que pasa contigo! No conozco tu situación
ni tengo experiencia en algo similar.
Pero no soy yo quien te pide que ames a tu hermano. ¡Te lo pide Dios! No soy yo quien te está diciendo que al odiar
a alguien estás fuera de la voluntad de Dios.
Es la biblia la que pone los parámetros y no nosotros. Por eso cuando alguien dice: “qué exagerado”
o “eso ya es mucho”, realmente resulta triste.
Quiere decir que no están entendiendo lo que Dios les está mostrando. Quiere decir que están jugando con Dios. Hoy si te creo, mañana no. Hoy vengo por tu ayuda. Mañana hago mi voluntad. ¡Esta no es la comunión que Dios quiere
contigo! Él quiere entrega total. Él quiere compromiso total. ¡Deja de engañarte! Es tiempo de ser honesto y dejar la
hipocresía a un lado. La biblia nos
divide en dos grupos: los que permanecen en la luz (y aman a su hermano) y
aquellos que están en tinieblas (y odian a su hermano). ¿De qué lado estás?
¿Qué
hago para amar a mi hermano? te
preguntarás. Muy sencillo. Pedir a Dios para que ponga amor en tu
corazón. Tienes que desprenderte de tu
orgullo. Tienes que perdonar. Tienes que dejar de decidir tú y poner a Dios
en el trono de tu vida. Ora sin
cesar. Cada instante que el odio o la
duda se apoderen de ti. Pide al Señor
que llene tu corazón de amor para con cada persona que convives día a día y en
especial para aquellas con quienes no quieres cruzar una sola palabra. ¿Te sientes desesperado? El Salmo 4:1 dice: Responde a mi clamor, Dios
mío y defensor mío. Dame alivio cuando
esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración. ¡Acude a Dios! ¡Clama a Él!
¡Llora con Él! Dile lo que hay en
tu corazón y pide que te renueve. No dejes
pasar más tiempo. Tú serás el primero en
beneficiarse.
Oración
Dios
Padre: te pido perdón por mi hipocresía.
He estado jugando a seguirte y creando mi propia religión. Hoy en tu palabra aprendí que solamente puedo
estar contigo o en tu contra. Yo escojo
estar contigo mi Dios. Perdona mis
pecados y guíame en todo momento. Llena mi
corazón de amor hacia mi hermano y quita todo aquello que estorbe y que no
promueva tu amor. En el nombre de Jesús
te lo pido. Amén
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