Todo
el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de
la ley. Pero ustedes saben que
Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado. Todo el que practica el pecado, no lo ha
visto ni lo ha conocido. Queridos
hermanos, que nadie los engañe. El que
practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el
principio. El Hijo de Dios fue enviado
precisamente para destruir las obras del diablo.
Te
voy a pedir que vuelvas a leer el pasaje con detenimiento y pienses si hay
incongruencia en lo que dice Juan.
Básicamente vemos dos grupos de personas: los que practican el pecado
(que son del diablo) y los que no practican el pecado (que son de Jesús). ¿Esto quiere decir que yo ya no peco? ¿Qué pasa si vuelvo a pecar? ¿Quiere decir que cada vez que peco soy del
diablo? Tenemos que utilizar más
información de la biblia para poder responder a estas interrogantes y entender
correctamente el pasaje. La palabra nos
dice que todos, absolutamente todos nosotros nacemos de una carne corrupta y
caída. Por consecuencia, el pecado está
en nosotros. Cuando recibimos el perdón
de Dios y Cristo viene a nuestro corazón, no quiere decir que de un instante a
otro no volveremos a cometer ningún pecado en nuestra vida. Lo que quiere decir es que el pecado ya no
reina más sobre nosotros sino Cristo quien ha vencido al pecado al sacrificar
su vida por nosotros. Ahora, el pasaje
no se refiere a pecar como una caída esporádica. No. Se
refiere a aquellos que practican el pecado.
Esto quiere decir, a aquellos que constantemente están pecando y no
tienen ninguna preocupación por dejar de hacerlo. Su principal objetivo es la satisfacción y el
gozo personal y no el agradar a Dios. Si
recuerdas, nacemos con una naturaleza pecaminosa. Así que, aquellos que buscan lo suyo,
forzosamente están pecando. Este pecado
y este tipo de actitudes nos separan de Dios y esto es lo que Juan nos está
explicando hoy. ¡No te confundas! Aquellos que no les importa pecar ¡no son de
Dios! Podemos escuchar a personas que
dicen ser espirituales, que hay un dios que es importante en sus vidas y que
ellos creen en un ser superior, pero al final, sus vidas van en contra del Dios
Creador y por consecuencia son del diablo y no de Cristo. Pareciera que Juan escribió esto el día de
ayer. ¡Cuánta gente hoy en día se dice
religiosa o espiritual mientras que están sumamente alejadas de Cristo! No se trata de ser una buena o mala
persona. Se trata de ser o no ser hijo
de Dios. Se trata de vivir para Él o
vivir para nosotros mismos. Se trata de
dejar las cadenas del pecado o seguir atado a ellas pensando que hay mayor
bendición en ello. Debemos tener muy
claro que Cristo vino para liberarnos del pecado. Él quiere que cada uno de nosotros tenga una
vida abundante y no esté atado y cegado por el pecado. Es nuestro deber entenderlo, vivirlo y
compartirlo. Por último, recuerda que ni
tú ni yo decidimos quién es y quién no es de Cristo. Eso lo decide Dios. Lo que nos corresponde es estar alerta para
no ser engañados pero sobre todo, debemos llevar el evangelio a cada rincón
para que la gente sea reconciliada con el Padre. comparte estas palabras. No las guardes. Serán de bendición para alguien más.
Oración
Señor:
vengo a tus pies a pedirte perdón por mis pecados. Quiero reconciliarme contigo. No quiero estar en tu contra sino ser parte
de tu linaje. Te pido que me quites las
cadenas del pecado y no lo practique más.
Te pido que mi vida sirva para que otras personas también sean
rescatadas de esa esclavitud. Te pido
que Cristo brille en todo lo que yo haga mi Dios. En Su nombre te lo pido. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario