Permanezca
en ustedes lo que han oído desde el principio, y así ustedes permanecerán
también en el Hijo y en el Padre. Ésta
es la promesa que Él nos dio: la vida eterna.
Estas cosas les escribo acerca de los que procuran engañarlos. En cuanto a ustedes, la unción que de Él
recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Esa unción es auténtica, no es falsa, y les
enseña todas las cosas. Permanezcan en
Él, tal y como Él les enseñó.
A
lo largo de la biblia, podemos ver, una y otra vez a los autores pasando a
segundo plano y recordándonos que la mirada debe estar siempre puesta en el
Señor. El mismo Pablo que dice: sigan mi
ejemplo, se refiere a su manera de buscar y servir al Señor. Lo mismo vemos en estas palabras de Juan:
permanezcan en Él. Tu comunión es con
Dios. Las cuentas que rendirás serán con
Él. No hay intermediarios fuera de
Cristo. Como hemos estudiado a lo largo
del capítulo 2, existen personas que utilizan el nombre de Dios pero realmente
no tienen comunión con Él. aprendimos
que hay hipocresía dentro de las congregaciones y esto nos ayuda a diferenciar
entre aquellos que tienen a Cristo de los que no. Hay algunos a los que les gusta recibir la
atención y los reflectores. Quieren
compartir esa atención con Dios. Pero
Juan nos dice: la unción que hemos recibido nos enseña todas las cosas. Esto quiere decir que el Señor nos da
discernimiento. Nos ayuda a tomar
mejores decisiones y a entender quién es quién.
Ahora, debemos tener mucho cuidado.
Esto nos puede llevar a juzgar y criticar a nuestros hermanos. Recuerda: todos somos pecadores. El hecho de que alguien tenga algún tropiezo
no quiere decir que debemos acabarlo y pensar que no tiene a Cristo. ¡Por supuesto que no! Donde tenemos que tener cuidado es en
nuestros líderes y aquellos en quienes depositamos nuestra confianza y pedimos
consejo.
Una
y otra vez la palabra de Dios nos anima a permanecer pegados a Él. así como la rama no puede vivir sin estar
sujeta al tronco, nosotros tampoco podemos andar sin estar sujetos al Padre. ¡No te apartes! ¡No te distraigas! Hay muchos “ruidos” que te confundirán. Hay muchas “luces” que te van a atraer. ¡No te apartes! ¡Permanece!
A pesar de que sea difícil. A pesar
de que no entiendas bien el por qué Dios te pide que hagas esto o aquello. ¡Confía!
¡Permanece! Él te dará
entendimiento y podrás ver que su camino siempre ha sido mejor que el
tuyo. Aquellos que hemos recibido a
Cristo, tenemos al Espíritu Santo viviendo en nosotros. Él nos guía.
Él abre nuestros ojos. Él nos da
una conciencia. Te has preguntado ¿por
qué ahora te das cuenta de cosas que antes no?
La respuesta es el Espíritu Santo.
Juan
quiere que entendamos lo importante que es creer en que nuestro Dios tiene una
promesa de vida eterna para nosotros. Quiere
que no dejemos de sujetarnos a Él.
Quiere que no nos distraigamos y dejemos su camino. Nos recuerda que habrá quienes quieran
engañarnos pero debemos aprender a permanecer y confiar que Dios es real. Medita en esto. Lee el pasaje varias veces si no te queda
claro.
Oración
Padre:
no quiero apartarme de Ti. Sin importar
las circunstancias mi corazón está a tus pies.
No permitas que nada me distraiga y mi vista siempre apunte a Ti. Te entrego mi vida y confío en que Tu me
guiarás por el mejor camino. Gracias por
tu amor e increíble misericordia. En
Cristo Jesús. Amén.
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