Hermanos,
no se extrañen si el mundo los odia.
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a
nuestros hermanos. El que no ama
pertenece a la muerte. Todo el que odia
a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la
vida eterna.
Jn
15:18 Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me
aborreció a mí. Estas son palabras
de Jesús. Como sus seguidores, debemos
saber que su vida es el ejemplo de lo que debe pasar en la nuestra. Él amó al mundo y vino a entregar su vida por
él, pero el mundo lo odió y le rechazó.
Así también nosotros debemos amar sin importar lo que venga de
regreso. ¡Ese es el amor que proviene
solamente de Dios! ¡Ese es el amor que
debemos promover! Si el mundo nos odia,
nosotros amamos de vuelta. Ahora, ese
odio no necesariamente significa que sufriremos persecución y quieran matarnos
como lo hacían antes. El hecho de ser
señalados, apartados, rechazados, ridiculizado, etc., es la forma en la que hoy en día puedes ver ese
odio. Pero las palabras que escribí de
Jesús tienen un propósito. Enseñarte que
ese odio no es personal sino contra el testimonio que refleja sus malas
obras. Piensa en esto: los fariseos odiaban
a Jesús porque mostraba sus malos caminos y la gente se percataba de sus
abusos. De la misma manera, cuando
comenzamos a vivir conforme a la palabra y dejamos que el Señor transforme
nuestra vida, aquellos que nos rodean se sentirán señalados y eso no les
gustará. Ahora eres luz donde antes
había tiniebla. ¿Lo entiendes? La gente no quiere escuchar ni ver que está
haciendo algo mal. Por esta razón
rechazaron a Jesús. Prefirieron sus
caminos a los de Él. Hoy nos corresponde
ser ese testimonio que lleva el mensaje de amor y reconciliación sin importar
que el mundo nos rechace. ¿cómo se lleva
ese mensaje? Con las palabras que Juan
ha repetido una y otra vez: amando a nuestro hermano. Jesús nos dijo: si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu
hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano;
luego vuelve y presenta tu ofrenda.
Constantemente se nos recuerda que cuando no amamos a nuestro prójimo
nos convertimos en asesinos. “¡Qué
exagerado!” podrás pensar. Sí. Definitivamente lo es. Pero yo no puse el parámetro sino Jesús es
quien nos dice que todo aquel que insulte y maldiga a su hermano quedará sujeto
al juicio del infierno. Mt 5:19 El amor que nosotros debemos vivir no puede
estar condicionado a recibir. El amor
que Dios nos pide es incondicional. Así
es como uno es luz y lleva el mensaje de Cristo. Amando.
Perdonando. Reconciliándose. ¿Es fácil?
¡Por supuesto que no! Significa
desprenderte de aquello que considerabas como parte de tu personalidad o
carácter. Dios quiere que crezcas
espiritualmente. ¡No te quedes en el
mismo escalón por tanto tiempo! Es
momento de subir y entregarte por completo a Él. No estás leyendo esto por casualidad. Abre tu corazón. Entrega a Dios tus odios, rencores y corajes
y pide perdón. Después ve y
reconcíliate. Pide al Señor que te llene
de su amor pues en tus fuerzas no lo lograrás.
Oración
Señor:
Te pido que me llenes de tu amor pues me resulta imposible amar y
perdonar. Te pido que sea fuerte y me
mantenga firme en tus pasos sin importar que el mundo me rechaza. Yo quiero seguirte. Yo quiero obedecerte. No quiero seguir como antes cargando todo lo
que tanto daño me hace. Lléname de tu
misericordia. Lléname de tu gracia. Permite que la lleve a los demás y sea
testimonio de lo maravilloso que eres mi Dios.
En Cristo Jesús. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario