Queridos
hijos, ésta es la hora final, y así como ustedes oyeron que el anticristo
vendría, muchos son los anticristos que han surgido ya. Por eso nos damos cuenta de que ésta es la
hora final. Aunque salieron de entre
nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían
quedado con nosotros. Su salida sirvió
para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.
Me
gusta mucho platicar con la gente. Me
gusta conocer sus puntos de vista. Me
gusta enterarme de lo que piensan sobre el cristianismo y religión en
general. ¿sabes? Un comentario común con el que me encuentro
es: creo en Dios pero no en la iglesia;
creo en un ser superior pero no creo que otro ser humano como yo pueda
perdonarme mis pecados. Después de
escucharlos, medito en lo que estamos haciendo mal. ¿Qué podemos hacer para que la gente vea a
Cristo y no a nosotros? ¿Qué podemos
hacer para que sea Su amor, Su paz, Su perdón y Su gracia las que abunden en nuestras
congregaciones? La respuesta la tenemos
en el pasaje de hoy: debemos predicar el ejemplo de Cristo. Debemos advertir que nosotros, por más que
intentemos, siempre tropezaremos. Sí,
nos levantaremos y seguiremos pegados a nuestro Señor para seguir creciendo,
pero no debemos ser el ejemplo a seguir ni los reflectores deben apuntar hacia
nosotros. El pasaje nos dice que varios
anticristos habían salido. ¿De
dónde? De la misma iglesia. No de un grupo de ateos. No de un culto satánico. No. De
la misma iglesia salieron. ¿Por qué es
importante entender esto? Porque debes entender
que la iglesia tampoco es perfecta.
Recuerda que todos los que asistimos, hemos reconocido que estamos
enfermos y queremos ser curados. Ninguno
de los que está ahí está sano. Pero
además, no todos los que asisten son parte del cuerpo de Cristo. Esto no solo lo vemos aquí. El mismo Jesús dentro de su grupo de 12
discípulos, tuvo uno que nunca perteneció a pesar de haberlo acompañado y visto
los milagros y el ejemplo tan perfecto.
Debes saber que la iglesia no es perfecta. Además, debes saber que la iglesia tiene
personas que atienden y se congregan pero no son parte de ella. Pueden incluso estar involucrados como lo
estuvo Judas, pero su corazón no está con el Señor.
Entonces,
cuidemos a nuestra congregación orando por ella. Busquemos predicar a Cristo y que Él sea
siempre el ejemplo. Reconozcamos que la
congregación es un hospital y cada uno de nosotros necesita ser sanado. No juzguemos al de a lado sino oremos los
unos por los otros. Estemos advertidos
que dentro de nuestra congregación, habrán personas que no pertenecen al cuerpo
de Cristo. Cuidémonos como hermanos para
que estas personas no nos arrastren. Por
último, imitemos a Jesús en todo lo que hagamos. Que su amor reine. Que su paz se manifieste. Que su gracia abunde. Solo así podremos llevar y promover la
reconciliación correctamente.
Oración
Dios
Padre: gracias. Tu palabra siempre está
llena de sabiduría y te agradezco que la pueda leer y estudiar libremente. Te pido que mi vida sea siempre conforme a tu
voluntad y mis acciones sean conforme al corazón de Jesús. Te pido por mi congregación para que no nos
apartemos de ti. En el nombre de
Jesús. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario