Les
escribo estas cosas a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que
sepan que tienen vida eterna.
Nos
guste o no, debemos preguntarnos qué sucede cuando morimos. Es una pregunta válida y sumamente
importante. Existen muchas teorías. La biblia dice que solamente hay dos
opciones: el cielo y el infierno. El
cielo está destinado para todos aquellos que creen y confiesan el nombre de
Jesús, el Hijo de Dios. Los demás, se
van al infierno. ¿Sabes? A la gente le gusta escuchar que Dios es
amor. Que Dios es bueno. Que Dios perdona. Cuando se predica sobre estos temas, las
multitudes llegan y las iglesias están repletas. Pero cuando hablamos de juicio, castigo, ira,
condenación, pecado y otros temas similares, la gente prefiere huir. Prefieren irse a donde se predica acerca de
los milagros y las bendiciones de Dios.
¿Quiere decir que hay dos tipos de Dios?
No. Es uno solo. Simplemente cuesta trabajo aceptar que su
personalidad tiene distintas vertientes.
No es fácil entender que un amor tan grande como el de Dios, termine
permitiendo que mucha gente se vaya al infierno. Además, es difícil estar escuchando que
estamos mal y que debemos cambiar.
Resulta más sencillo escuchar predicaciones y mensajes sobre lo bueno
que es Dios y lo mucho que quiere bendecirme.
El
mensaje de hoy, busca dar certeza a aquellos que han entregado su vida a
Jehová. Quiere que estemos
tranquilos. Quiere que estemos con la
mirada en Él sabiendo qué sucederá con nosotros el día que seamos llamados:
tendremos vida eterna a Su lado. ¡Qué
gran bendición! No tenemos que estar
preocupándonos por qué sucederá. Tampoco
tenemos que estar inventando distintos escenarios. Simplemente sabemos que, al momento en el que
muramos, estaremos con nuestro Señor al que hoy alabamos y servimos. Pero puede ser que tú no estés convencido de esto. Porque no has aceptado a Cristo o simplemente
no sabes en dónde estás parado. Tienes dos
opciones: creer en lo que tu mente puede entender o crear. La segunda es creer en lo que Dios dice en su
palabra. Si eres honesto, la primera
opción resulta sumamente prepotente. Además,
¿qué seguridad puede darte tu imaginación?
¡Ninguna! Por el contrario, Dios en
su amor, quiere que estemos tranquilos y sepamos perfectamente qué pasa con
nosotros al morir. Piénsalo.
Aunque
no sea fácil hablar de la muerte, el cielo y el infierno, es nuestro deber
compartir la palabra de Dios sin limitaciones.
No podemos omitir temas “difíciles”.
No podemos dejar a un lado aquello que “espanta” a la gente. Dios es el mismo y no debemos fraccionarlo. Así como el joven rico se alejó de Cristo
porque no le gustó lo que le pidió, muchos se alejarán al escuchar estas
palabras. Sin embargo, Cristo no cambió
su mensaje. Siguió su camino a la cruz
para que nuestro pecados fueran clavados en ella y la muerte no reinara más
sobre nosotros. Sigamos sus pasos. Sigamos su camino y oremos en todo momento
por aquellos que se separan porque no quieren aceptar este mensaje.
Oración
Señor:
gracias por mostrarme tus planes. Gracias
por darle certeza a mi vida y permitirme estar a tu lado al morir. Te pido que mi vida sea de testimonio para
los demás y sobre todo, te pido por mis seres queridos que no te conocen para
que puedan ver en mí lo increíble y maravilloso que es servirte. Te pido por sus corazones para que te
reconozcan y puedan tener comunión contigo.
Te pido Padre que sepa explicar que eres el mismo Dios y que tus planes
no cambian. Señor, gracias por darme
vida eterna. Gracias por perdonar mis
pecados. Gracias por el sacrificio de
Cristo. En su nombre oro a Ti. Amén
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