El anciano, a la
iglesia elegida y a sus miembros, a quienes amo en la verdad -y no sólo yo sino
todos los que han conocido la verdad-, a causa de esa verdad que permanece en
nosotros y que estará con nosotros para siempre: la gracia, la misericordia y
la paz de Dios el Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estarán con
nosotros en verdad y en amor.
No es fácil
entender el concepto de amor al que la biblia se refiere. En nuestro mundo, el amor es muy
distinto. Normalmente, el amor que vemos
a nuestro alrededor está basado en una reciprocidad. Esto quiere decir que, amo a alguien porque
me gusta, me hace sentir bien, paso un buen tiempo con esa persona, entre otras
cosas. De la misma manera, me aman
porque reciben lo mismo. Pero, qué sucede
cuando comenzamos a hablar de amor a aquellos que ni siquiera tenemos intereses
en común. ¿Qué sucede cuando juntamos
personas de distintas culturas e intereses económicos? El amor se complica. ¿Por qué escribo esto? Porque las palabras de Juan me hacen meditar
en nuestro concepto de amor. Él escribía
a la iglesia en su totalidad. No a los
que eran como él sino a todos. Nos dice
que a cada uno le amaba. No porque
recibiera algo a cambio. No. Simplemente le amaba por estar en el mismo
camino: el haber conocido La Verdad. Ese
tipo de amor es el que debemos manifestar en nuestras vidas. Piensa en esto por un momento. ¿Quiénes son tus seres queridos? ¿Por qué te llevas con ellos? Probablemente porque tienes cosas en
común. Bien. Lo que Juan nos dice es: ahora tenemos a
Cristo en común y eso nos une y por ello les amo. Amemos a nuestros hermanos en la fe. No son perfectos así como tú no eres
perfecto. A mi parecer, el amar a
nuestros hermanos es la mejor forma de ejercitar toda nuestra relación con
Dios. Ejercitemos día a día este amor. Un amor basado en Dios y no en recibir algo a
cambio. Un amor basado en la verdad y no
en intereses o actividades en común.
Por otro lado, pon
atención a lo que desea Juan para los lectores de la carta: gracia,
misericordia y paz. No desea salud. Tampoco desea bendiciones. No habla de fortuna. Gracia, misericordia y paz. Ahora que terminó el año, la gente me decía:
éxito para el 2014. Mucha salud. Mucho amor.
Mucha abundancia. Entiendo que
son buenas intenciones pero por ello no quiere decir que sea lo que debo
buscar. El ejemplo de Juan es claro. Debemos tener como propósito en nuestra vida
el amar a nuestros hermanos y buscar que la gracia, la misericordia y la paz
abunden en nuestras vidas. ¿Lo puedes
entender? No se trata de ti ni de mí
sino de Dios. Por esta razón, lo
importante no es que nos vaya “bien”. Lo
importante es que el Señor se manifieste en nuestras vidas. Medita en esto. Estamos acostumbrados a muchas cosas sin
cuestionarnos el por qué. Hoy estoy
queriendo cambiar esto y hacer consciente tu forma de amar y tus costumbres
sobre “buenos deseos”.
Oración
Señor: te doy
gracias por enseñarme lo que es importante.
Te pido que pueda amar a mis
hermanos en la fe de manera incondicional.
Te pido que mi vida manifieste tu misericordia, tu gracia y tu paz. Te pido perdón por mis pecados y te agradezco
por tu gran amor. En el nombre de Cristo
Jesús. Amén.
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