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15 ene 2014

2 Juan 1 1-2

El anciano, a la iglesia elegida y a sus miembros, a quienes amo en la verdad -y no sólo yo sino todos los que han conocido la verdad-, a causa de esa verdad que permanece en nosotros y que estará con nosotros para siempre: la gracia, la misericordia y la paz de Dios el Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estarán con nosotros en verdad y en amor.



No es fácil entender el concepto de amor al que la biblia se refiere.  En nuestro mundo, el amor es muy distinto.  Normalmente, el amor que vemos a nuestro alrededor está basado en una reciprocidad.  Esto quiere decir que, amo a alguien porque me gusta, me hace sentir bien, paso un buen tiempo con esa persona, entre otras cosas.  De la misma manera, me aman porque reciben lo mismo.  Pero, qué sucede cuando comenzamos a hablar de amor a aquellos que ni siquiera tenemos intereses en común.  ¿Qué sucede cuando juntamos personas de distintas culturas e intereses económicos?  El amor se complica.  ¿Por qué escribo esto?  Porque las palabras de Juan me hacen meditar en nuestro concepto de amor.  Él escribía a la iglesia en su totalidad.  No a los que eran como él sino a todos.  Nos dice que a cada uno le amaba.  No porque recibiera algo a cambio.  No.  Simplemente le amaba por estar en el mismo camino: el haber conocido La Verdad.  Ese tipo de amor es el que debemos manifestar en nuestras vidas.  Piensa en esto por un momento.  ¿Quiénes son tus seres queridos?  ¿Por qué te llevas con ellos?  Probablemente porque tienes cosas en común.  Bien.  Lo que Juan nos dice es: ahora tenemos a Cristo en común y eso nos une y por ello les amo.  Amemos a nuestros hermanos en la fe.  No son perfectos así como tú no eres perfecto.  A mi parecer, el amar a nuestros hermanos es la mejor forma de ejercitar toda nuestra relación con Dios.  Ejercitemos día a día este amor.  Un amor basado en Dios y no en recibir algo a cambio.  Un amor basado en la verdad y no en intereses o actividades en común. 
Por otro lado, pon atención a lo que desea Juan para los lectores de la carta: gracia, misericordia y paz.  No desea salud.  Tampoco desea bendiciones.  No habla de fortuna.  Gracia, misericordia y paz.  Ahora que terminó el año, la gente me decía: éxito para el 2014.  Mucha salud.  Mucho amor.  Mucha abundancia.  Entiendo que son buenas intenciones pero por ello no quiere decir que sea lo que debo buscar.  El ejemplo de Juan es claro.  Debemos tener como propósito en nuestra vida el amar a nuestros hermanos y buscar que la gracia, la misericordia y la paz abunden en nuestras vidas.  ¿Lo puedes entender?  No se trata de ti ni de mí sino de Dios.  Por esta razón, lo importante no es que nos vaya “bien”.  Lo importante es que el Señor se manifieste en nuestras vidas.  Medita en esto.  Estamos acostumbrados a muchas cosas sin cuestionarnos el por qué.  Hoy estoy queriendo cambiar esto y hacer consciente tu forma de amar y tus costumbres sobre “buenos deseos”.

Oración

Señor: te doy gracias por enseñarme lo que es importante.  Te pido que pueda amar  a mis hermanos en la fe de manera incondicional.  Te pido que mi vida manifieste tu misericordia, tu gracia y tu paz.  Te pido perdón por mis pecados y te agradezco por tu gran amor.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén.

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