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27 ene 2014

2 Juan 1:12-13

Aunque tengo muchas cosas que decirles, no he querido hacerlo por escrito, pues espero visitarlos y hablar personalmente con ustedes para que nuestra alegría sea completa.  Los miembros de la iglesia hermana, la elegida, les mandan saludos.



Recuerdo hace tiempo que fui a esquiar con unos amigos en un viaje de un solo día.  Recuerdo que estaba emocionado y con muchas ganas.  Solamente teníamos un día para aprovechar al máximo la montaña.  Había una amiga que nunca había esquiado y necesitaba ayuda.  No puedo olvidar lo que vi.  Uno del grupo que estaba igual de emocionado y ansioso por disfrutar el día, prefirió ir y apoyar a nuestra amiga para que pudiera aprender.  Sacrificó tiempo de gozo para ir y ayudar a alguien más.  ¡Increíble para mí!  No era su esposa o novia o familiar.  No tenía por qué hacerlo.  Sin embargo, dedicó de su tiempo para beneficiar a alguien más.  Seguramente cuando lo hizo, no tenía idea del impacto que creó en mí.  Hoy que leo las palabras de Juan queriendo ir y hablar con la iglesia en persona, me recuerdan a este amigo.  Primero piensan en los demás y luego en ellos mismos.  Tal vez tú seas una de estas personas.  Déjame decirte que tienes una gran virtud.  Ponla al servicio del Señor y serás un instrumento de mucha bendición.  Juan nos dice: hay mucho que quiero decirles pero quiero visitarlos para que compartamos la alegría.  ¡Eso es pensar en los demás!  Personalmente pienso que es poco práctico.  ¿Por qué no les escribe y listo?  Ya iba a enviar esta carta.  Sin embargo, gracias a Dios, cada uno de nosotros tiene distintas habilidades y debemos trabajar para ir creciendo en aquellas que se nos dificultan.  Mi esposa es otro gran ejemplo de entrega a los demás y a través de ella he aprendido mucho.  El día de hoy yo te animo a que medites en la actitud de Juan para con sus hermanos en la fe.  ¿Cómo eres tú?  ¿Les dedicas tiempo?  ¿Solamente te preocupas por tus seres cercanos?  ¿Piensas primero en los demás y luego en ti?  Poco a poco he ido dándome cuenta que el dar es mejor que recibir.  Poco a poco voy entendiendo por qué los discípulos entregan su vida al Señor de la manera en que lo hicieron y cómo prefirieron servir por encima de ser servidos.  El ejemplo que nos dejó Jesús no solo es para dar gloria a Él sino para que nosotros vivamos con gozo y plenos.  Piénsalo.  El mundo nos dice que debemos acumular.  Debemos buscar ser servidos.  Debemos trabajar para nosotros mismos.  Debemos cuidar a los nuestros.  Mientras tanto, Dios nos dice: ama a tu prójimo como a ti mismo; no hagas tesoros aquí en la tierra; sirve; entrega tu vida; comparte y predica a Dios.  Esto es lo que realmente va a llenar nuestras vidas.  Por eso Cristo vivió así.  Por eso los discípulos vivieron así.  Porque entendieron la diferencia y la vivieron en carne propia.  Espero que hoy puedas salir motivado a amar y servir a tu prójimo.  Despréndete de tu ego y busca la manera en que puedas pensar primero en otra persona y luego en ti para que de la misma forma en que Juan quería compartir la alegría del evangelio, tú puedas compartir con alguien más el gozo de servir.

Oración

Padre: gracias.  Definitivamente tu palabra trae dirección y sentido a mi vida.  Perdona que sea tan egoísta y no me preocupe por mi prójimo.  Hoy te pido que pongas en mi corazón el deseo de servir y amar a mi prójimo.  Te pido que pueda dejar de pensar en mí y piense en cómo puedo servirte.  En Cristo Jesús.  Amén

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