Si Dios puso bajo Él
todas las cosas, entonces no hay nada que no le esté sujeto. Ahora bien, es cierto que todavía no vemos
que todo le esté sujeto. Sin embargo,
vemos a Jesús, que fue hecho un poco inferior a los ángeles coronado de gloria
y honra por haber padecido la muerte.
Así, por la gracia de Dios, la muerte que Él sufrió resulta en beneficio
de todos.
Creo que nunca he
escuchado a algún no creyente decir que la muerte de Cristo resulta en
beneficio de todos. Conocen algunas
características de él pero jamás los he escuchado decir que su muerte fue algo
que beneficia a todos. Mientras tanto,
el pasaje de hoy nos dice justamente eso: la muerte que Él sufrió resulta en
beneficio de todos. Algo estamos
haciendo mal que el mensaje no está llegando correctamente. Algo estamos haciendo mal para que la gente
no entienda que Jesús no vino por los sanos sino por los enfermos. Cristo fue hecho hombre. Siendo Dios se hizo hombre. Vino a darnos el mejor ejemplo que jamás
pueda existir. Sin embargo ahí no
termina el propósito de su venida. Vino
a morir y pagar por nuestros pecados. Y
su propósito tampoco termina aquí.
Después de morir, resucitó al tercer día. Venciendo a la muerte. Venciendo al pecado. Rompiendo todas las cadenas que nos
ataban. ¡Así es como todos nos hemos
beneficiado de su muerte! Pero hay algo
más, hoy en día no vemos que todo esté sujeto a Él, pero llegará el momento en
el que todo estará bajo sus pies y nosotros reinaremos junto con Él. ¿Cómo es posible que tantas buenas nuevas
sean apagadas por el hecho de reconocernos pecadores? ¿Tan soberbios somos? ¿Tan necios?
No lo sé. Lo que sí sé es que
debemos actuar. No podemos seguir
sentados dejando que otros hablen del Señor.
¡Cómo dejar así tan increíble mensaje!
Tal vez hemos juzgado y criticado.
Tal vez hemos preferido guardar silencio. No conozco tu historia. Hoy te animo a meditar sobre cómo compartes
al Señor. Lee estos versículos. Abre los ojos y date cuenta de tan grande
amor que se derrama sobre nosotros.
Trata de entender la misma esencia del Señor: amor. ¡Dios es amor! Cristo es amor. Vino porque quiere darnos la oportunidad de
ser reconciliados con Él. Él nos amó
primero. No hay nada que puedas hacer
para que te ame más o que te ame menos. Su
muerte te beneficia a ti y a todos los que te rodean. ¡Comparte ese mensaje! Guarda estas palabras en tu corazón y
cuestiona todo lo que hagas. ¿Estoy
sirviendo al Señor? ¿Estoy buscando su
gloria? ¿Entiendo lo que hizo por
mí? ¿Estoy siendo soberbio o necio? Espero que cuestiones tus actos para que de
esta manera puedas crecer espiritualmente.
Es necesario que reconozcas en dónde estás parado. No dónde crees que estás parado sino dónde
realmente estás. Ahora entiende lo que Dios
ha hecho por ti y entrega tu vida a Él en obediencia y servicio.
Oración
Padre: gracias. No solo dejaste de ser Dios y te hiciste
hombre sino que sufriste hasta la muerte para que yo me viera beneficiado. Gracias por haber resucitado y traído
esperanza a mi vida. Gracias por
permitirme ser reconciliado con el Padre a través de tu sacrificio. Te pido perdón por mis pecados. Examina mi corazón y guíame conforme a tu
voluntad. Oro en el nombre de
Jesús. Amén
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