Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad
para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha
abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos
además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios.
Al momento en que Jesús muere, nos dice la biblia que el velo del
templo que dividía el Lugar Santísimo fue rasgado y quedó abierto. No te dejes engañar por la palabra velo pues
medía cuatro pulgadas de grueso lo que equivale a 10cm. Como hemos aprendido, uno no podía
simplemente entrar en el Lugar Santísimo.
Solamente el sacerdote y después de haber realizado un ritual que incluía
el sacrificio de un animal inocente.
Dios se encargó de mostrarnos que el pecado nos separa de Él. De manera tangible podían ver que no se podía
entrar al Lugar Santísimo sin haber primero pedido expiación por los
pecados. Cuando Cristo muere y el velo
es rasgado, no significa que nuestro pecado no nos separe más sino que el
pecado ya no nos domina ni reina pues Jesús vino para darnos esperanza haciendo
el sacrificio perfecto. Ya no es
necesario estar realizando sacrificios constantemente sino que el camino a
Jehová quedó abierto con la sangre de Cristo.
Por esto, el pasaje nos dice: mediante la sangre de Jesús, tenemos
libertad para entrar al Lugar Santísimo.
Gracias al sacrificio de Jesús, la separación entre nosotros y Dios
queda anulada. Insisto, no porque
nuestro pecado deje de existir sino porque Cristo nos ha limpiado y perdonado
con su sangre. Esto es lo que yo
considero la máxima expresión de amor y gracia.
Sin merecerlo. Sin haber hecho
absolutamente nada. Cristo me amó y
entregó su vida por mí. ¡Increíble! Como buen padre amoroso, intercambió mi
condena y la sufrió por mí. Pagó por
mí. Se entregó por mí. ¿No te parece incomprensible tanto amor? Pues ahora, ese amor que hemos recibido
debemos vivirlo llevándolo a nuestro prójimo.
Perdona. Ama. Ayuda.
Comparte. Predica. Da testimonio. Deja de pensar tanto en ti y piensa en tu
prójimo. ¿Cómo quiere Dios que seas
utilizado? El mundo está lleno de odios
y rencores; de guerras entre familias, países e ideologías por falta de amor y
perdón. La gente se pregunta, ¿dónde
está Dios en todo este caos? La
respuesta es sencilla: está presente esperando a que podamos reconocer nuestra
necesidad de Él y aceptemos que su Hijo pagó por nuestros pecados. Que no te confundan. Dios no está alejado. Tampoco es un Dios que no le interese lo que
pasa en tu vida. Incluso cuando existía
el templo y se separaba el lugar santísimo, no significaba que Dios estaba
excluido de los demás. Él siempre te ha
amado y siempre te amará. Sin embargo,
debes decidir si vas a reconocer tu naturaleza caída y pedir que Cristo limpie
tus pecados y puedas ser perdonado. Él
ahora está como nuestro sacerdote frente a la familia de Dios y a la diestra
del Padre. Cristo ya cumplió su parte y
ahora nos corresponde cumplir la nuestra.
Oración
Señor: perdóname. Entiendo el
gran sacrificio que hizo Jesús por mí y sobretodo que yo merecía todo ese
sufrimiento. Te pido que limpies mi vida
y que ahora tenga a Jesús como mi sacerdote.
Quiero vivir conforme a tu palabra.
Te pido reines en mi vida. En el
nombre de Jesús. Amén
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