Nosotros
celebraremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las
banderas. ¡Que el Señor cumpla todas tus
peticiones! Ahora sé que el Señor
salvará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le
dará grandes victorias.
Hoy en
día, ya sea un avión o un barco, tienen la bandera del país donde están
registrados. Vayan a donde vayan, esa
bandera representa su pertenencia. En
otros tiempos, cuando había una guerra, existía un grupo especial de personas
encargadas de llevar las banderas del país o imperio que representaban. Incluso las familias con grandes riquezas
tenían (y tienen) sus escudos de armas y banderas. Cuando leemos estos salmos, podemos pensar en
aquellos que saben que la victoria es de Cristo pero nosotros nos gozamos en
ella. Cada día salimos a la “batalla”. Cada día tenemos vientos que nos pegan de
frente y nos hacen dudar, nos hacen llorar, nos hacen sentirnos tristes, nos
hacen sentir que no podemos. Sin embargo,
cuando venimos a Jehová, leemos pasajes como el de hoy y recordamos gozosos que
pertenecemos a Él. Que nuestras banderas
tienen Su nombre y él es quien tiene la victoria. Deja de luchar. Te lo repito.
Deja de luchar. Sabes a lo que me
refiero. Deja de luchar. Dios te está hablando claramente y es momento
que dejes de luchar. Él no quiere que
luches. El no quiere que estés a su lado
durante la batalla. El quiere demostrarte
que la batalla está ganada y que tú debes ir atrás, siguiendo sus pasos y
viendo cómo abre camino.
Dios
tiene un cuidado especial de ti. No lo
olvides. No lo pongas en duda
jamás. Lo difícil es entregar nuestros
deseos a él para que sea su camino y no el nuestro el que caminemos. Solamente así podremos realmente ver ese
cuidado. Piénsalo. ¿Cómo pedir que nos cuide si somos
rebeldes? ¿Cómo esperar que Dios nos
proteja si constantemente nos alejamos de él?
¿Cómo pedirle algo si solamente estamos pensando en lo que queremos sin
preocuparnos por lo que El quiere? La victoria
es suya y de aquellos a los que le amamos y por consecuencia le obedecemos.
La segunda
parte del pasaje de hoy es una petición a que Dios cumpla tus peticiones y te
entregue victorias. En otras palabras:
que prospere todo lo que hagas. En 1Reyes
2:3 dice: Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos y
observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios de la
manera en que está escrito en la ley de Moisés para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas.
No desmayes. No te desanimes. Jehová te ama. Si tú le amas, entrega toda tu vida a
Él. Abre tu corazón. Abre tu mano y deja que tome todo para que Él
se haga cargo. Confía en su camino y no
en el tuyo. Confía en que su victoria es
mejor que la tuya. Este pasaje es muy
profundo cuando realmente anhelamos su victoria y dejamos la nuestra a un
lado. Piénsalo. ¿En dónde estás parado y hacia dónde quieres
ir?
Oración
Padre: quiero tu victoria por encima de la mía. Quiero tu camino por encima del mío. Quiero tu voluntad por encima de la mía. Toma mi vida mi Señor y reina. Confío en Ti. Creo en Ti. Creo en tu palabra. Sé que me amas y que puedo descansar en tu amor y cuidado. Te entrego mis cargas pues ya no puedo más y quiero llevar tu carga que es ligera. Gracias Padre por tanto que me das sin merecerlo. Gracias en el nombre de Jesús. Amén
Padre: quiero tu victoria por encima de la mía. Quiero tu camino por encima del mío. Quiero tu voluntad por encima de la mía. Toma mi vida mi Señor y reina. Confío en Ti. Creo en Ti. Creo en tu palabra. Sé que me amas y que puedo descansar en tu amor y cuidado. Te entrego mis cargas pues ya no puedo más y quiero llevar tu carga que es ligera. Gracias Padre por tanto que me das sin merecerlo. Gracias en el nombre de Jesús. Amén
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