Por tus
victorias se acrecentó su gloria, lo revestiste de honor y majestad. Has hecho de él manantial de bendiciones, tu
presencia lo ha llenado de alegría.
Reina
Valera 1960 dice: grande es Su gloria en
tu salvación. Honra y majestad has
puesto sobre El. ¿Sabes algo? La vida de Cristo es una de las ironías más
grandes que podemos estudiar. Simplemente
nada de lo que hizo o la forma en la que lo hizo tiene sentido. Piénsalo por un momento. Nació en la ciudad más pequeña e
insignificante. De una familia con pocos
recursos. Tuvo una profesión de
carpintero como su padre. Sin embargo,
su vida cambió al mundo y dividió el tiempo en dos. ¿No te parece imposible? Si leemos el pasaje de hoy, encontramos algo
similar: por tus victorias se acrecentó su gloria. Cristo murió.
Fue humillado. Golpeado. Aplastado.
Señalado. Crucificado como un
criminal. ¿Dónde está la gloria? ¿Dónde está la victoria? Dice el versículo 5 en la segunda parte: lo
revestiste de honor y majestad. Cristo
nunca tuvo un hogar y mucho menos un palacio donde vivir. Esto tiene que llevarnos a algo más
profundo. La vida en este mundo no puede
acaparar toda nuestra atención. No podemos
dedicarle todo nuestro esfuerzo a lo que vemos y tenemos aquí porque entonces
resultaría imposible creer el pasaje que acabamos de leer. ¿Cuál gloria y honra a Cristo si murió
crucificado? ¡Imposible! Pero nuestra carne nos estorba y hace pensar que
todo se resume a esta vida y debemos actuar y pensar conforme a lo que tenemos
alrededor y podemos comprender. Esta forma
de pensar está destinada a fallar. Esta forma
de pensar tiene como final un desastre para tu vida. Vuelve a leer el pasaje. Dios Padre resucitó al Hijo al tercer día y
tuvo victoria sobre la muerte trayendo gloria a Cristo. Lo revistió de honor y majestad al sentarlo a
su diestra. Hoy su vida es el mejor
manantial de bendiciones que podemos recibir y al que podemos acudir. Sin embargo, todo esto proviene después de su
muerte. ¿Lo puedes entender? Mientras nosotros nos enfocamos en el hoy y
en este mundo, Dios quiere hacernos entender que hay mucho más allá. Quiere darnos la perspectiva de la eternidad
mientras que nosotros nos desesperamos por lo que sucede hoy y no podemos
esperar unos días más para que se solucionen nuestros problemas. ¿Te das cuenta? ¿Estás abriendo los ojos y tu entendimiento a
esto? Sí hay una victoria. Sí hay gloria. Sí hay bendiciones. Pero no todo está en esta vida. Nos preocupamos y enfocamos tanto en lo que
vemos que olvidamos todo aquello que no vemos y tiene gran importancia. No podemos dejar a un lado la perspectiva de
Dios y la eternidad.
Regresando
a mi punto inicial, hice referencia a lo irónica que resulta la vida de Cristo
a los ojos de una vida que termina en lo que vemos. Sin embargo, Dios cumplió sus promesas y
ahora reina a su diestra y nos reconcilia con Dios Padre. Hoy quiero abrir tu mente y tus pensamientos.
Pon atención: no tienes que entender lo
que está pasando en tu vida. Puede ser
que nunca lo entiendas. Puede ser que no
vivas para ver los milagros por los que estás orando. Pero esto no quiere decir que Dios no está al
control y que no responderá a tus oraciones.
Estoy convencido que, al morir, podremos entender mucho de lo que hoy
simplemente nos roba la paz. Tratemos de
cambiar nuestra perspectiva y busquemos la de Dios. Hay gloria.
Hay honra. Hay bendiciones. Todo se cumple. A Su tiempo.
A Su manera. ¿En quién confías? ¿En su palabra o en tus ideas?
Oración
Padre:
confío en Ti. Confío en tus planes y te
pido que tu perspectiva sea mi perspectiva.
Te pido pueda entender lo que significa la eternidad y que esta vida no
termina aquí. Ayúdame a entender que Tú
me amas y buscas lo mejor para mí. Gracias
por tu sacrificio. Gracias por mostrarme
cómo venciste a la muerte y hoy reinas desde lo más alto. Perdona mis pecados y no permitas que me
aparte de Ti. En el nombre de
Jesús. Amén.
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