La versión Reina Valera 1960 dice:
bendito sea Jehová que oyó la voz de mis ruegos. En el evangelio de Lucas capítulo 17
encontramos la historia de diez leprosos que salieron al encuentro con
Jesús. Le gritaron desde lejos pues
estaba prohibido para ellos acercarse a la ciudad y entrar. Clamaron pidiendo misericordia. Jesús, al verlos, les dijo: vayan y
muéstrense a los sacerdotes. Mientras
iban de camino, los diez fueron sanados pero solamente uno regresó a Jesús para
darle la gloria y las gracias. ¡Diez
enfermos y solamente uno regresó! ¿Qué
pasó con los demás? Es obvio que se
dieron cuenta que habían sido sanados.
Podemos pensar que hicieron como Jesús les dijo y fueron a mostrarse a
los sacerdotes. También podemos suponer
que, al darse cuenta de su situación, simplemente salieron felices a “vivir” lo
que no habían podido vivir. Lee el
versículo nuevamente. ¿Sabes qué está
diciendo David? Le está agradeciendo al
Señor por haber traído respuesta a sus ruegos.
De cierta manera, está regresando del camino porque fue sanado y
necesita dar gloria al que le sanó. Esto
es extremadamente profundo. ¿Cuántas
veces oramos intensamente para que, en el momento en que las cosas se
resuelven, nos olvidamos de agradecer a Aquél que escuchó y reaccionó ante
nuestras súplicas? Piénsalo. ¿De qué lado estás? Regresas a dar gloria a Dios como el leproso
hizo con Cristo o eres como los otros 9 que siguieron de largo y no
consideraron importante regresar a dar reconocimiento al que les había sanado. Somos rápidos para reclamar y muy lentos para
agradecer. Somos rápidos para cuestionar
y muy lentos para dejarnos transformar. Por
eso es tan importante leer la biblia y meditar en ella. No se trata de leer para tener dentro de
nuestra lista de pendientes una tarea más que realizamos sino para escuchar a
Dios hablar a nuestro corazón y entender cuánto quiere transformarnos. Un solo versículo que estamos analizando el
día de hoy y tiene el poder de remover lo más profundo de nuestro ser. ¿Eres agradecido o mal agradecido? ¿Reconoces a Dios sus bendiciones o
simplemente te quejas cuando se te quita algo?
Todo, absolutamente todo le pertenece a Jehová. Es su amor el que nos permite disfrutar de lo
que nos da. No podemos vivir
quejándonos. No podemos vivir
enojados. Debemos vivir agradecidos y
dando gloria al Señor en todo momento pero en especial, cuando ha escuchado
nuestras súplicas. ¿Por qué hago énfasis
en esto? Porque así formamos la
disciplina de crear un círculo virtuoso donde oramos constantemente, clamamos a
Él, pedimos que nos transforme y llene de su paz para poder atravesar cualquier
circunstancia para finalmente ver cómo resuelve las cosas de maneras que jamás
imaginamos. ¡Bendito sea el Señor que
escucha nuestros ruegos! ¡Qué bueno es
Dios que nos dice claramente que nos escucha!
Oración
Padre: gracias por mostrarme que mi
oración no te es indiferente. Gracias por
poner atención a mis palabras y por tener cuidado de mí. Hoy vengo a darte la gloria por todo lo que
has hecho en mi vida. Gracias por los
momentos de bonanza y también por aquellos de pruebas. Te pido que en mi corazón siempre te
reconozca y de la gloria. Te pido todo
esto en el nombre de Jesús. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario