Como humanos, solamente podemos ver
las reacciones pero no las intenciones. Por
eso pueden engañarnos. Podemos ver a
alguien ayudando a otra persona pero no podemos ver lo que realmente hay en su
corazón. Esto nos ha llevado a cierta
hipocresía que no solo se encuentra en el área social sino también en la
espiritual. Nos comportamos de una
manera el sábado por la noche y de otra el domingo por la mañana. Los religiosos, tratan de mantener cierta
apariencia que, en teoría, va de acuerdo con lo que profesan. ¿Pero qué dice la biblia al respecto? ¿Debemos comportarnos como si estuviéramos
sin sentimientos y en control todo el tiempo?
¿Qué pasa si estallo en ira? ¿Qué
pasa cuando me hacen algo y quiero buscar venganza? ¿Qué pasa cuando mi enojo sobrepasa mi poder
de controlarme? El pasaje de hoy es un
gran ejemplo para esos sentimientos difíciles.
David, como ya lo he escrito varias veces, era una persona como tú y
yo. No había nada en él que lo hiciera
diferente. Vivió todo tipo de
situaciones y los salmos nos ayudan a entender lo que había en su corazón. No nos quedamos con su reacción solamente
sino podemos ir más profundo y relacionarnos con él porque muchas veces vamos a
tener las mismas intenciones dentro de nosotros. “Págales
conforme a sus obras y malas acciones; dales su merecido” Son sus palabras. Aquí no encontramos a un David tranquilo. No encontramos a una persona feliz. No encontramos a una persona que frene sus
sentimientos. Al contrario. Vemos a un David que siente rabia, coraje,
enojo y no puede evitarlo. Ahora, sí hay
algo en él que debemos admirar: su forma de dirigir esos sentimientos. En lugar de dejar que la ira tome control de
sus decisiones, la redirecciona y encomienda a Jehová. Si platicáramos con David y le preguntáramos
sobre sus sentimientos al escribir este Salmo, me parece que podría contestar
algo así: podría tomar cartas en el
asunto, podría ir con tantos contactos que tengo en puestos importantes para
cambiar la situación y traer justicia. Sin
embargo, Dios es Justo y solamente Él sabe cómo y por qué pasan las cosas. En lugar de buscar una respuesta en la gente,
en el sistema político o en mis acciones, he aprendido que es mejor entregar todo
al Señor y Él se encargará de todo. ¡Por
supuesto que estoy enojado! ¡Por
supuesto que me gustaría hacer algo!
Pero también sé que lo mejor es entregar estos sentimientos al Señor y
dejar que Él haga justicia.
¿Qué haces tú cuando estás en
momentos difíciles? ¿Dejas que tu Yo
tome control y no puedes controlarte?
¿Piensas que debes reaccionar y arreglar todo tú? Medita en este pasaje. Le nuevamente los versículos y aprende de
cómo reacciona David. Aprende de alguien
que ha logrado controlarse y redirigir sus sentimientos a Dios para que Él guíe.
Oración
Padre: toma mi vida y controla mis
impulsos. Hoy entiendo el daño que causa
dar rienda suelta a mis emociones y te pido que no siga así. Te pido que pongas un freno en mí pues muchas
veces yo no puedo controlarme. Que tu
Espíritu hable y frene mis acciones pues quiero agradarte. Te lo pido en Cristo Jesús, Amén.
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