Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija de
faraón. Prefirió ser maltratado con el
pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías
era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta
en la recompensa.
Hace no mucho tiempo, uno de los mejores jugadores de golf, Tiger
Woods, atravesó por uno de sus peores momentos al ser descubierto engañando a
su esposa con otra mujer. Fue
criticado. Señalado. Algunos patrocinadores lo abandonaron
inmediatamente. Mientras que yo me
pregunto, ¿qué hacemos buscando ejemplos de personas éticas y correctas en un
golfista? ¡Es como aquellos que buscan
pareja en un bar! Criticamos cuando alguna
celebridad comete una inmoralidad pero lo único que pienso es en lo alejados
que estamos de la verdad. ¿Tan mal
estamos que nuestro ejemplo a seguir es un actor famoso? ¿Tan mal estamos que un deportista exitoso es
nuestro ideal de vida? Por eso nos
decepcionamos una y otra vez. Porque la
mirada está apuntando al lugar incorrecto.
Moisés lo tenía claro y Jesús nos lo advertiría años después en Mateo
6:19 al decirnos que no hagamos tesoros aquí en la tierra sino en el
cielo. ¿Hacia dónde está apuntando tu
mirada? ¿Hacia el cielo o hacia la
tierra? No tiene sentido que te
engañes. Se honesto y reconoce dónde
está tu corazón. Los placeres carnales
son increíbles. Leíste bien. No podemos negar que son fáciles de
disfrutar. ¡Por eso se llaman placeres! Sin embargo debemos aprender a vivir por el
espíritu y dejar de ser esclavos a la carne.
¡Claro que es tentador pensar que estaríamos más felices en una casa más
grande, más linda, con mejor vista, con mejor ubicación y cualquier otra opción
que se te ocurra! ¡Claro que sería
placentero poder cumplir con todos los deseos que tu cuerpo te pida! No podemos vivir pensando que la carne no
causa un efecto en nosotros. ¡Es un gran
error! La carne es nuestra naturaleza
caída y no podemos dejar de reconocer el peso que tiene en nosotros y lo mucho
que nos desvía de Dios. Pero la carne no
busca lo bueno. No busca lo que te
conviene. No busca ayudarte. La carne simplemente busca satisfacer un
deseo. La carne te engaña sin que tú te
des cuenta o quieras reconocerlo.
¿Quieres saber cómo te engaña? Te
voy a dar un ejemplo. La gente piensa
que debe casarse con el “amor de su vida”.
Por eso, cuando se divorcian simplemente piensan que ese no era el “amor
de su vida” y esperan tener mejor “suerte” para con su siguiente pareja. ¡Esa es la carne! Mientras hubo placer, parecía ser la persona
indicada pero en cuanto se termina, la realidad toma lugar. Por el contrario, Dios no nos enseña a buscar
el amor de nuestra vida sino a amar y comprometernos con nuestra pareja. Nos da tareas específicas a los hombres y a
las mujeres para que el matrimonio no solo funcione sino que prospere. ¿Lo puedes ver? Mientras la carne te dice, consigue un
trabajo para sobrevivir, Dios te dice que Él tiene cuidado de ti y que confíes
en Él pues nada te faltará. ¡Tu cuerpo
busca lo opuesto a lo que Dios quiere que hagas!
Todo esto lo digo para que entendamos mejor lo que Moisés hizo. Renunció a todo lo que hoy consideraríamos
bueno. Dejó una vida de lujos y placeres
por seguir a Jehová. ¿Y tú qué vida
estás persiguiendo? ¡Gente como Moisés
debe ser nuestro ejemplo de vida! No un
deportista o la persona más rica del mundo.
Personajes como Noé, David, Daniel, Pablo, Job e incluso dentro de
nuestras congregaciones hay hombres que debemos admirar e imitar. Hombres que tienen la mirada puesta en Jehová
y prefieren dejar todo lo que este mundo ofrece porque saben que la recompensa
en el cielo es mucho mejor. El mundo es
atractivo y seductor. Nuestro propio
cuerpo nos confunde. Es importante
entender que dentro de nosotros mismos comienza la lucha para poder tomar
decisiones correctas y vivir en obediencia a Dios.
La fe se demuestra con obras. Tal
y como lo hizo Moisés. Si llevas tiempo
diciendo que crees en Dios pero tus obras no corroboran lo que dices es tiempo
de pedir perdón y corregir el destino al que te diriges. Cambia de rumbo y pon tu mirada en el cielo.
Oración
Padre: Perdóname. Estoy persiguiendo
las cosas de este mundo en lugar de a Ti.
Mis tesoros de la tierra me estorban para tener comunión contigo. Por esto te pido que me guíes para dejar
atrás esta forma de vida y pueda vivir bajo tu voluntad. No quiero seguir buscando en donde no hay
nada. Hoy entiendo que Cristo es mi
mejor ejemplo y quiero imitarle. Hoy entiendo
que mi carne no busca bendecirme ni traerme nada bueno sino simplemente busca
un placer efímero y muchas veces fugaz. No
permitas que siga así. Toma mi vida
Señor y dale sentido a cada día. Te lo
pido en el nombre de Jesús. Amén.
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