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2 sept 2014

Hebreos 11:24-26

Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija de faraón.  Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado.  Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. 



Hace no mucho tiempo, uno de los mejores jugadores de golf, Tiger Woods, atravesó por uno de sus peores momentos al ser descubierto engañando a su esposa con otra mujer.  Fue criticado.  Señalado.  Algunos patrocinadores lo abandonaron inmediatamente.  Mientras que yo me pregunto, ¿qué hacemos buscando ejemplos de personas éticas y correctas en un golfista?  ¡Es como aquellos que buscan pareja en un bar!  Criticamos cuando alguna celebridad comete una inmoralidad pero lo único que pienso es en lo alejados que estamos de la verdad.  ¿Tan mal estamos que nuestro ejemplo a seguir es un actor famoso?  ¿Tan mal estamos que un deportista exitoso es nuestro ideal de vida?  Por eso nos decepcionamos una y otra vez.  Porque la mirada está apuntando al lugar incorrecto.  Moisés lo tenía claro y Jesús nos lo advertiría años después en Mateo 6:19 al decirnos que no hagamos tesoros aquí en la tierra sino en el cielo.  ¿Hacia dónde está apuntando tu mirada?  ¿Hacia el cielo o hacia la tierra?  No tiene sentido que te engañes.  Se honesto y reconoce dónde está tu corazón.  Los placeres carnales son increíbles.  Leíste bien.  No podemos negar que son fáciles de disfrutar.  ¡Por eso se llaman placeres!  Sin embargo debemos aprender a vivir por el espíritu y dejar de ser esclavos a la carne.  ¡Claro que es tentador pensar que estaríamos más felices en una casa más grande, más linda, con mejor vista, con mejor ubicación y cualquier otra opción que se te ocurra!  ¡Claro que sería placentero poder cumplir con todos los deseos que tu cuerpo te pida!  No podemos vivir pensando que la carne no causa un efecto en nosotros.  ¡Es un gran error!  La carne es nuestra naturaleza caída y no podemos dejar de reconocer el peso que tiene en nosotros y lo mucho que nos desvía de Dios.  Pero la carne no busca lo bueno.  No busca lo que te conviene.  No busca ayudarte.  La carne simplemente busca satisfacer un deseo.  La carne te engaña sin que tú te des cuenta o quieras reconocerlo.  ¿Quieres saber cómo te engaña?  Te voy a dar un ejemplo.  La gente piensa que debe casarse con el “amor de su vida”.  Por eso, cuando se divorcian simplemente piensan que ese no era el “amor de su vida” y esperan tener mejor “suerte” para con su siguiente pareja.  ¡Esa es la carne!  Mientras hubo placer, parecía ser la persona indicada pero en cuanto se termina, la realidad toma lugar.  Por el contrario, Dios no nos enseña a buscar el amor de nuestra vida sino a amar y comprometernos con nuestra pareja.  Nos da tareas específicas a los hombres y a las mujeres para que el matrimonio no solo funcione sino que prospere.  ¿Lo puedes ver?  Mientras la carne te dice, consigue un trabajo para sobrevivir, Dios te dice que Él tiene cuidado de ti y que confíes en Él pues nada te faltará.  ¡Tu cuerpo busca lo opuesto a lo que Dios quiere que hagas!
Todo esto lo digo para que entendamos mejor lo que Moisés hizo.  Renunció a todo lo que hoy consideraríamos bueno.  Dejó una vida de lujos y placeres por seguir a Jehová.  ¿Y tú qué vida estás persiguiendo?  ¡Gente como Moisés debe ser nuestro ejemplo de vida!  No un deportista o la persona más rica del mundo.  Personajes como Noé, David, Daniel, Pablo, Job e incluso dentro de nuestras congregaciones hay hombres que debemos admirar e imitar.  Hombres que tienen la mirada puesta en Jehová y prefieren dejar todo lo que este mundo ofrece porque saben que la recompensa en el cielo es mucho mejor.  El mundo es atractivo y seductor.  Nuestro propio cuerpo nos confunde.  Es importante entender que dentro de nosotros mismos comienza la lucha para poder tomar decisiones correctas y vivir en obediencia a Dios.
La fe se demuestra con obras.  Tal y como lo hizo Moisés.  Si llevas tiempo diciendo que crees en Dios pero tus obras no corroboran lo que dices es tiempo de pedir perdón y corregir el destino al que te diriges.  Cambia de rumbo y pon tu mirada en el cielo.

Oración

Padre: Perdóname.  Estoy persiguiendo las cosas de este mundo en lugar de a Ti.  Mis tesoros de la tierra me estorban para tener comunión contigo.  Por esto te pido que me guíes para dejar atrás esta forma de vida y pueda vivir bajo tu voluntad.  No quiero seguir buscando en donde no hay nada.  Hoy entiendo que Cristo es mi mejor ejemplo y quiero imitarle.  Hoy entiendo que mi carne no busca bendecirme ni traerme nada bueno sino simplemente busca un placer efímero y muchas veces fugaz.  No permitas que siga así.  Toma mi vida Señor y dale sentido a cada día.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén. 

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