Éstos
confían en sus carros de guerra, aquéllos confían en sus corceles pero nosotros
confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.
Imagina
por un momento que estás por entrar en una guerra. La ciudad frente a ti se caracteriza por
tener la muralla más alta y fuerte en todo el mundo. ¿Qué estrategia utilizas? También imagina que te estás enfrentando a un
enemigo que te intimida por ser más grande y fuerte que tú. ¿Qué haces?
Otra imagen es tener a un ejército persiguiéndote con sus mejores
hombres y tú solamente cuentas con personas que no han sido entrenadas en el
ámbito militar. ¿Te rindes y te dejas
caer? El primer ejemplo lo tomé de Josué
y las murallas de Jericó. El segundo lo
tomé del momento en que los israelitas temen enfrentarse a los filisteos pues
Goliat era intimidante. Y el tercer
ejemplo es cuando el pueblo de Israel es liberado de Egipto y Faraón decide
enviar a sus mejores hombres a perseguirlos por el desierto. ¿Qué sucedió en esos tres casos? Jehová los libró con milagros que jamás
pudieron imaginar. Nunca se habían caído
murallas con el sonido de cuernos y así fue como Jericó perdió su
protección. Nadie había ganado una
batalla sin armadura ni espada sino con una simple piedra y así fue como David
venció a Goliat. Nunca antes se había
dividido el mar de tal forma que quedara seco para caminar por en medio y salir
del otro lado y así fue como Dios libró al pueblo de Israel. Estas no son novelas inventadas por alguien
para motivarte y hacerte sentir bien.
Son hechos reales realizados por un Dios real y viviente. Ese mismo Dios quiere hacer milagros en tu
vida para manifestar su poder y amor.
Ahí está Jehová. A tu lado. Esperando a que realmente te entregues a él y
dejes que comiencen sus milagros. Deja
que derribe esas murallas que parecen imposibles de derribar. Deja que elimine a ese gigante que no te deja
dormir. Deja que abra mares frente a ti
para que puedas caminar por donde no existía camino. Pero sobre todo, deja de pensar que tú puedes
y deja que él haga.
¿Sabes? Recientemente me di cuenta que somos como
niños. No nos gusta que nos quiten
nuestros “juguetes”. Nos aferramos a las
cosas. Nos aferramos a nuestros deseos y
a lo que se nos ha dado (y pensamos que merecemos). Mientras tanto, el Señor quiere que nos
mantengamos con los puños abiertos listos para entregar lo que sea que nos pida
de vuelta. Cuesta mucho trabajo porque
estamos luchando contra nosotros mismos.
Deseamos algo, queremos mantener algo y Dios nos dice: dámelo; déjalo
ir; yo sé lo que es mejor para ti, confía en mí. Vuelve a leer el pasaje. Hoy debemos aprender a dejar de confiar en lo
que tenemos, en nuestras ideas, en nuestros deseos y cualquier otra cosa que
nos aparta de Dios. Hoy es el momento en
que no volvemos atrás y confiamos plenamente en el Señor nuestro Dios. Hoy es el momento en que dejas de ser una
persona que habla de su fe y se convierte en una que actúa conforme a su fe en
Cristo Jesús. No hay nada en este mundo
que pueda darte lo que el Señor. No
confíes en tus cuentas de banco, o en tus grandes habilidades, ni en tus deseos,
ni en tus ideas. Piensa en todo aquello
que utilizas para seguir adelante. Ahora
entrégalo al Señor y confía solamente en él.
Oración
Padre:
Gracias. Confío en Ti plenamente. Toma todo lo que hay en mí. Quita todo aquello que estorba en mi comunión
contigo. Prueba mi corazón y no permitas
que quede nada que no sea agradable a Ti.
Confío en tus promesas y en tu amor.
Confío en que tu palabra es real.
Me entrego a Ti gozoso de que harás milagros y maravillas que nunca
imaginé. En el nombre de Jesús. Amén.
2 comentarios:
Amen
Confiemos solo en Dios
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