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8 dic 2015

Salmos 20:7

Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos confían en sus corceles pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.



Imagina por un momento que estás por entrar en una guerra.  La ciudad frente a ti se caracteriza por tener la muralla más alta y fuerte en todo el mundo.  ¿Qué estrategia utilizas?  También imagina que te estás enfrentando a un enemigo que te intimida por ser más grande y fuerte que tú.  ¿Qué haces?  Otra imagen es tener a un ejército persiguiéndote con sus mejores hombres y tú solamente cuentas con personas que no han sido entrenadas en el ámbito militar.  ¿Te rindes y te dejas caer?  El primer ejemplo lo tomé de Josué y las murallas de Jericó.  El segundo lo tomé del momento en que los israelitas temen enfrentarse a los filisteos pues Goliat era intimidante.  Y el tercer ejemplo es cuando el pueblo de Israel es liberado de Egipto y Faraón decide enviar a sus mejores hombres a perseguirlos por el desierto.  ¿Qué sucedió en esos tres casos?  Jehová los libró con milagros que jamás pudieron imaginar.  Nunca se habían caído murallas con el sonido de cuernos y así fue como Jericó perdió su protección.  Nadie había ganado una batalla sin armadura ni espada sino con una simple piedra y así fue como David venció a Goliat.  Nunca antes se había dividido el mar de tal forma que quedara seco para caminar por en medio y salir del otro lado y así fue como Dios libró al pueblo de Israel.  Estas no son novelas inventadas por alguien para motivarte y hacerte sentir bien.  Son hechos reales realizados por un Dios real y viviente.  Ese mismo Dios quiere hacer milagros en tu vida para manifestar su poder y amor.  Ahí está Jehová.  A tu lado.  Esperando a que realmente te entregues a él y dejes que comiencen sus milagros.  Deja que derribe esas murallas que parecen imposibles de derribar.  Deja que elimine a ese gigante que no te deja dormir.  Deja que abra mares frente a ti para que puedas caminar por donde no existía camino.  Pero sobre todo, deja de pensar que tú puedes y deja que él haga.
¿Sabes?  Recientemente me di cuenta que somos como niños.  No nos gusta que nos quiten nuestros “juguetes”.  Nos aferramos a las cosas.  Nos aferramos a nuestros deseos y a lo que se nos ha dado (y pensamos que merecemos).  Mientras tanto, el Señor quiere que nos mantengamos con los puños abiertos listos para entregar lo que sea que nos pida de vuelta.  Cuesta mucho trabajo porque estamos luchando contra nosotros mismos.  Deseamos algo, queremos mantener algo y Dios nos dice: dámelo; déjalo ir; yo sé lo que es mejor para ti, confía en mí.  Vuelve a leer el pasaje.  Hoy debemos aprender a dejar de confiar en lo que tenemos, en nuestras ideas, en nuestros deseos y cualquier otra cosa que nos aparta de Dios.  Hoy es el momento en que no volvemos atrás y confiamos plenamente en el Señor nuestro Dios.  Hoy es el momento en que dejas de ser una persona que habla de su fe y se convierte en una que actúa conforme a su fe en Cristo Jesús.  No hay nada en este mundo que pueda darte lo que el Señor.  No confíes en tus cuentas de banco, o en tus grandes habilidades, ni en tus deseos, ni en tus ideas.  Piensa en todo aquello que utilizas para seguir adelante.  Ahora entrégalo al Señor y confía solamente en él.

Oración

Padre: Gracias.  Confío en Ti plenamente.  Toma todo lo que hay en mí.  Quita todo aquello que estorba en mi comunión contigo.  Prueba mi corazón y no permitas que quede nada que no sea agradable a Ti.  Confío en tus promesas y en tu amor.  Confío en que tu palabra es real.  Me entrego a Ti gozoso de que harás milagros y maravillas que nunca imaginé.  En el nombre de Jesús.  Amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amen

Anónimo dijo...

Confiemos solo en Dios