A veces pareciera demasiado simple
leer y leer pasajes de la biblia sin detenernos a profundizar en cada uno de
los escenarios que se nos plantea. En el
versículo de hoy, por ejemplo, nos habla sobre una situación difícil: David
está rodeado por sus enemigos; mientras que al mismo tiempo David va al templo
a ofrecer alabanzas y cantar salmos.
¿Parece un poco contradictorio no crees?
Imagina por un momento que estás metido en problemas. Recuerda alguna situación en la que sentías
que “tus enemigos te rodeaban”. Para un
lado o para otro no se ve salida alguna.
¿Cuál era tu actitud? ¿Podías
estar en paz? ¿Te gozabas en el Señor y
cantabas alabanzas? Recuerda que, como
humanos, estamos constituidos por dos partes: cuerpo y espíritu. Normalmente reaccionamos conforme a nuestro
cuerpo. Es lo “natural” y lo que más
fácil nos resulta hacer. Por ejemplo:
cuando un bebé se enoja porque otro bebé le quita un juguete, muchas veces los
bebés tratan de pegarle al otro bebé. Empujan. Jalan.
O gritan porque se enojan de lo que acaba de pasar. Te puedo asegurar que ningún papá enseña a su
hijo esas reacciones. Simplemente surgen
de su carne (instinto). Utilicé el
ejemplo del bebé para que entiendas bien qué tan arraigado tenemos el
reaccionar conforme a la carne. Por el
contrario, conforme crecemos, podemos ir conociendo más y más sobre el Señor y
cómo dejar que su Espíritu nos transforme y se manifieste por encima de la
carne. Ahora, en lugar de reaccionar
mal, nuestro espíritu pone dominio propio y podemos controlar lo que antes
parecía incontrolable.
Todo esto nos sirve para entender la
reacción de David en el pasaje de hoy.
Nuestra carne se vería abrumada al estar rodeados por nuestros
enemigos. No tendríamos paz ni podríamos
dormir. Lo último que haríamos o
siquiera pensaríamos es en ir a la presencia de Dios a alabarle. ¡La estamos pasando mal y estamos en
problemas! Medita por un momento en tus
reacciones. ¿Está dominando la carne o
el Espíritu? ¿Sabes? Aunque al principio pareciera mejor
reaccionar conforme a nuestros impulsos, Dios, en su misericordia nos muestra
una alternativa que supera por mucho la de nuestra carne: la de su
Espíritu. David sabía lo que era vivir
por la carne y la enorme diferencia que era vivir por el espíritu. Por eso prefiere la segunda y, a pesar de las
circunstancias tan adversas, decide continuar pegado al Señor y cantarle
alabanzas. Piénsalo. ¿Cuántas veces has empeorado todo por dejar
que tus impulsos tomen control de ti? El
Espíritu del Señor nos guía para poder controlarnos y actuar conforme a la
voluntad de Dios. Debemos aprender a
escuchar su voz y entender que es Dios mismo quien nos está llamando a actuar
diferente sin importar la situación que atravesemos. David no la estaba pasando bien. Su situación era sumamente delicada. Sin embargo, no dejó que sus impulsos tomaran
control sino que se acobijó en el Señor para que Él guiara cada paso. Hagamos lo mismo.
Oración
Padre: Gracias por ese amor tan
grande. Gracias por tu Espíritu que
corrige mis pasos. Gracias por mostrarme
un mejor camino y evitar que mi vida se derrumbe al tomar malas decisiones y
reaccionar de manera inadecuada. Te entrego
mis impulsos y deseos sabiendo y confiando que tu Espíritu siempre me guiará
por algo mejor. Gracias en Cristo
Jesús. Amén
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