Dios y no nosotros se encarga de juzgar. El mismo Pablo cuando habla a Barjesús le dice “la mano del Señor está contra ti”. No el rencor, no el coraje ni el malestar sino la mano de Dios. Hago énfasis en este punto porque cuando atravesamos una injusticia, algún agravio o un daño, normalmente nuestra primera reacción es querer traer “justicia” con nuestra propia mano. Deseamos el mal a aquellos que nos lastimaron. Deseamos que les suceda algo para que experimenten el dolor que sentimos. Esto no proviene de Dios. Esto no es lo que Dios quiere en tu vida. Pienso en aquellos que han sufrido algún robo o secuestro. Aquellos que fueron engañados por su pareja. Los que han perdido a un ser querido por culpa de alguien más. Los que han sido lastimados por un ser querido. Los que traen arrastrando un coraje o resentimiento que ya no los deja caminar. Si lo piensas, no resulta extraño o poco común que alguien lastime a otra persona. ¿Cuántas veces te han lastimado? El punto al que quiero llegar es el meditar sobre nuestra forma de reaccionar ante tales circunstancias. Pablo no intentó convencer al procónsul para que quitara a Barjesús del camino. Tampoco hablaron mal de él. Pablo entregó el juicio al Señor, “la mano del Señor está contra ti”. ¡Esto es lo que nosotros debemos hacer! No busquemos venganza. No busquemos desquitarnos. No deseemos el mal. Esto no es el camino de Dios. Entrega a Dios estos sentimientos. Deja que te libere de esa esclavitud. Date cuenta de cómo te consume el tener guardada esa rabia. Date cuenta cómo quita la paz y la sonrisa de tu ser. Perdonar es de lo más difícil que tenemos que hacer en nuestro camino con Jesús pues afecta directamente nuestro orgullo pero es el mejor método para transformar nuestro corazón.
Barjesús pierde la vista, el procónsul queda maravillado de lo que acababa de presenciar y termina creyendo en el Señor. De cierta manera, la vida de Barjesús sirvió para que el procónsul creyera en Cristo. Un mago, apartado de Dios fue utilizado para que la gloria del Señor fuera manifestada. Dejemos que lo que nos acontece hoy en día sea utilizado con el mismo fin. Sin importar lo que nos hayan hecho o lo que hayamos sufrido, busquemos dar gloria a Dios, busquemos su reino, busquemos servirle y Él se encargará de acomodar todo lo demás. ¿Puedes darte cuenta del cambio que requieres en tu vida? Haz una oración. Entrega al Señor tus sentimientos y deseos. Pide por su paz. Pide por su gozo. Pide por su dirección.
Oración
Padre: definitivamente necesito tu perdón. He tenido sentimientos que no son agradables a Ti y hoy te pido que los quites de mí. Perdona que quiera hacer mi justicia y desee el mal a aquél que me ha hecho daño. Entiendo que solamente Tú juzgas y por ello te pido que pongas paz y perdón en mi corazón. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén
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