Algunos filósofos epicúreos y estoicos entablaron conversación con él (Pablo). Unos decían: ¿Qué querrá decir este charlatán? Otros comentaban: Parece que es predicador de dioses extranjeros. Decían esto porque Pablo les anunciaba las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección. Entonces se lo llevaron a una reunión del Areópago.
Los epicúreos creían que la muerte era el fin y por ello se dedicaban a disfrutar de la vida. Vive hoy como si no hubiera mañana podría ser un buen lema de su forma de vivir. Además, no creían que existieran dioses afectando los hechos sino que todo era fortuito. Por otro lado, los estoicos creían en la disciplina y el luchar para conseguir algo. Aceptaban a un dios o dioses como parte del universo en su totalidad y no creían en que los eventos pasaran al azar sino por dirección de leyes divinas o destino universal. Estas vertientes eran lo más nuevo que se escuchaba en Atenas y tenían gran número de seguidores. Cuando Pablo anuncia el evangelio, vemos dos reacciones opuestas: charlatán o palabrero y la otra lo llevan al Areópago para que siguiera hablando de la doctrina que traía. El Areópago era un monte situado al oeste de Atenas. Era el lugar donde se reunía el consejo formado por grandes pensadores, ricos y élite de la sociedad. Tomaron tanta importancia que en algún momento gobernaban también.
¿Cómo puede ser que el mensaje de Pablo tenga dos resultados tan distintos? Es interesante la falta de claridad sobre quién pensó qué. Esto me hace pensar en nuestra forma de limitar el impacto y el poder de Dios. ¿Cuántas veces hemos pensado que tal persona o tal grupo no querrá escucharnos hablar de Cristo? ¿Cuántas veces bajamos la cabeza y no hablamos del Señor porque pensamos que nos dirán charlatanes? Tal vez con otras palabras pero el rechazo es el mismo. ¿Cuánto limitamos los planes de Dios porque creemos que no tiene sentido hablar de Jesús a tal o cual persona? Definitivamente habrá personas que rechacen el mensaje con todas sus fuerzas. Es normal y no es personal. Pero por otro lado, habrán personas que quieran llevarnos a sus “areópagos” para que sigamos hablando de Cristo. ¿Qué más da si nos dicen que no cuando podemos recibir un sí? Leí un libro que decía: mientras más escucho NO sé que me encuentro más cerca del SÍ. Los planes son de Dios y nuestra obligación es compartir su evangelio a todos. No a aquellos que consideremos que recibirán bien las escrituras. A todos. No nos corresponde seleccionar. El Señor te puso en un lugar específico con un propósito en específico. No fue casualidad la ciudad en que naciste, el o los idiomas que hablas y el lugar en el que te encuentras hoy. Todo fue diseñado para que hoy puedas servir al Señor. ¿Estás dispuesto? Pablo nos dejó un gran ejemplo. Vivamos para Cristo y no para nosotros o los demás. Anunciemos su evangelio. Si lo rechazan, sigamos orando por ellos pero por el contrario, si lo aceptan, demos gloria a Dios.
Oración
Padre: hoy entiendo que tienes un plan específico y único para mí. Te pido pueda entender todo lo que me has dado para ponerlo a tu servicio y anunciar tu palabra. Dame sabiduría para compartir tu evangelio y no permitas que me desanime si es rechazado o criticado. Gracias por tu amor y misericordia. En Cristo Jesús. Amén
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