Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable. Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquellos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión. Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita.
Dicen por ahí “mal de muchos, consuelo de tontos”. ¡Qué cierta es esta frase! ¡Cuántas veces queremos justificar nuestra conducta comparándola con alguien más! El problema no está en escoger al mejor o peor ejemplo sino en pensar que cualquier persona puede siquiera ser ejemplo comparado con Cristo. Pero así somos. Está dentro de nuestra naturaleza y dentro de nuestras costumbres. El mismo Pedro sucumbió ante su tradición y la presión social. ¡Pedro! A quien Jesús le dijo que sería el encargado de apacentar a sus ovejas. Esta responsabilidad no se la dijo a nadie más. Pedro es uno de los ejemplos más extraordinarios que tenemos en la biblia, sin embargo, debes entender que no es un súper héroe ni sobrenatural. Pedro era una persona común y corriente. Era como tú y como yo. Sin embargo, logró realizar cosas extraordinarias y sobrenaturales por entregar su vida al Señor. Sanó ciegos, cojos, mudos y todo tipo de enfermedades. Lo más impresionante de su vida es que dentro de su biografía, puede incluir el caminar sobre el agua. ¡Caminó sobre el agua! Tristemente después de quitar la mirada de Jesús, sabemos cómo terminó ese momento. Pero debemos entender que logró cosas extraordinarias gracias a su entrega, obediencia y fe en el Señor.
Esta gran persona. Este fabuloso ejemplo a seguir también tuvo sus caídas y hoy tenemos que aprender de ellas. La presión cultural y social pudieron más que su madurez espiritual. Decidió llevar una doble vida. Pensó que podía tener dos comportamientos distintos y seguir sirviendo al Señor. ¿Ya te identificaste? ¿Cuántas veces has pensado en que puedes tener una “doble” vida? Tal vez ni siquiera te has dado cuenta que llevas una doble vida. ¡Se honesto! No dejes que tu orgullo te cierre los ojos y no te deje ver más allá. Medita en tu comportamiento de cada día que pasa. No separes un mal día de uno “bueno” incluye todos. Ahora utiliza a Cristo como parámetro. ¿Qué tal saliste en la comparación? No te preocupes, yo salí igual de mal que tú. De hecho, el mismo Pedro saldría también reprobado y es precisamente lo que Jesús quiere que entiendas. ¡Recibimos la salvación por gracia! ¡Por misericordia! No porque la merecemos. No por lo que hayamos hecho o dejado de hacer sino por el amor tan grande que Dios tiene contigo y conmigo. ¡Qué bendición! Por esta razón no debes sentir que lo que escribo hoy es para señalarte que estás haciendo mal las cosas y darte de “bibliazos” para que cambies. ¡Por supuesto que no! Lo que quiero que entiendas es que no hay nada que puedas hacer para que el Señor te ame más o que te ame menos. ¡Ya no puede amarte más! Ese sentimiento de acusación que tienes, esa tristeza y remordimiento que tienes son causados por Satanás. Por eso se le llama el Acusador. Piénsalo, Cristo YA te perdonó. Cristo le dijo a la prostituta que se fuera y que no pecara más. Pedro no fue destituido de su puesto ni dejó de ser apóstol por haber hecho lo que hizo. Se arrepintió, pidió perdón y siguió adelante en su camino con el Señor. ¡No te dejes engañar por el maestro del engaño! Dios está ahí contigo. Nunca se ha alejado. Lo que quiere es que regreses. Lo que quiere es que abras tu corazón y le entregues todas tus cargas. Lo que quiere es que sepas que te sigue amando igual que antes. Pedro se equivocó. Tú y yo nos equivocamos. Esto no es el fin del mundo. Ahora, nuestros errores tienen consecuencias y a veces son muy graves como lo vemos con lo que hizo Pedro. No solo cometió una falta sino que arrastró a varias personas dentro de su error. Debes ser cuidadoso y procurar ser una ayuda a los hermanos y no una piedra de tropiezo. Pide perdón y vuelve la mirada a tu Señor. Él está ahí esperando.
Oración
Padre: perdóname. He llevado una doble vida. He dejado que la cultura, mis costumbres y la presión social me hagan tomar decisiones que van en contra de tu voluntad. Hoy traigo a tus pies todo aquello que me hace desobedecerte. Te pido que me transformes. Te pido que entienda que me amas y que no me has abandonado en ningún instante. Quiero volver a casa mi Señor. Quiero reconciliarme contigo y entregarte mi ser en su totalidad. Quiero caminar sobre el agua e ir por donde Tú decidas que deba ir. Te lo pido en el nombre de Cristo mi Señor. Amén
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