Entonces, ¿Para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en manos de un mediador. Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno. ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
A veces es necesario leer varias veces los pasajes y hacerlo detenidamente. La primera vez no entiendes nada mientras que a la quinta comienzas a comprender lo que está queriendo decir. Si recuerdas los versículos anteriores, Pablo nos está explicando la diferencia entre vivir por la fe en Cristo y vivir por las obras a través de la ley. No solo es importante saber que la justificación (el perdón de los pecados) llega únicamente a través de la fe en Cristo Jesús sino también debemos saber para qué existió esa fe y esto es lo que Pablo nos explica el día de hoy.
En Romanos 3:20 dice: por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado.
Tal vez con este otro pasaje puedas entender mejor lo que Pablo explica en Gálatas. La ley sirve para hacernos entender lo mal que estamos separados de Dios. Nos ayuda a abrir los ojos y darnos cuenta que, por más que intentemos, no podemos seguir a la perfección cada principio. Se vuelve de cierta manera frustrante el caer y caer en lo mismo por no poder cambiar. Por este motivo, uno no va al cielo por ser bueno o malo. Piénsalo. Sería muy difícil e injusto definir quién hizo más actos buenos que malos. Pero Dios en su perfección nos justifica a través del sacrificio de su Hijo y nuestra fe en Él. ¿No te parece increíble?
Cada vez que intentes cambiar tu vida y obedecer al Señor y sigas cayendo, puedes darte cuenta con estos pasajes del por qué. Estás tratando de cambiar bajo tus propias fuerzas. Con tus propias ideas y como tú consideras que se debe hacer. Por el contrario, Dios te dice que vivas bajo la fe. Esto quiere decir, que cada momento, cada instante que tengas un deseo que vaya en contra de Sus principios, debes hacer una pausa, ponerte de rodillas y pedir al Señor que se lleve esa carga pues no la puedes controlar tú. Si tienes corajes, desesperación, deseos de venganza, deseos de mentir, deseos de engañar a tu pareja, deseos de drogarte o cualquier otro ejemplo que sepas que está en contra de la voluntad de Dios, debes parar de inmediato, doblar tus rodillas y darle cauce a esos deseos que se apoderan de ti. Entrégalos al Señor. No los guardes. No intentes frenarlos pues ya sabes que no vas a poder. Ponlos a los pies de Jehová y confiesa que no puedes más. ¡Para eso se hizo la ley! Para eso nos dice Pablo estas palabras el día de hoy. Para recordarnos que sin la fe en Él nada podemos hacer. Para recordarnos de cuánto necesitamos de Cristo para poder caminar y cómo solamente podemos ser transformados a través de nuestra fe y entrega a Él.
Oración
Padre Nuestro: quiero agradecerte por tu palabra y la bendición y dirección que trae a mi vida. Te pido que perdones mis pecados y sobretodo, que me enseñes a vivir por la fe. Que aprenda a entregarte mis deseos y tome los tuyos. Te pido que cambies todo mi ser y pueda vivir en servicio y obediencia a Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
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