Cuando vi que no actuaban rectamente como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueres, ¿Por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?
Si no estás muy familiarizado con las costumbres judías, debes saber que la obediencia a “la ley” era importantísima. De cierta manera las apariencias jugaban un papel de suma importancia. El tipo de comida y la forma de prepararla son especiales. No se juntan o mezclan con personas que no sean del mismo credo y por esta razón, todos aquellos que no son como ellos les llaman gentiles. Los líderes religiosos eran sumamente cuidadosos y buscaban observar sus costumbres a la perfección. De aquí se deriva el problema de Pedro. Vivió acostumbrado a seguir ciertas reglas y sobretodo a obedecer sus costumbres con rigidez. Un día, tiene su encuentro con Jesús y sus ojos son abiertos y su corazón transformado. Ahora se da cuenta que muchos de los rituales y formas de comportarse no tienen sentido pues Cristo vino a rescatarnos. ¡Qué difícil! Debes saber que es la misma situación en la que cada uno de nosotros se encuentra día a día. Con mayor o menor intensidad, cada uno de nosotros debemos vivir siguiendo una línea mientras tenemos otras tratando de interponerse. ¿Cuánto te ha costado dejar atrás tus viejas costumbres? ¿Qué tan difícil fue dejar de hacer algo porque ahora entiendes que hay un nuevo camino para ti? Si es difícil dejar algún vicio como el cigarro o el alcohol, imagina lo difícil que es desprenderse de una forma de pensar o de actuar. Todos estamos en una transición y poco a poco vamos dejando nuestro cuerpo carnal para irnos transformando más y más en el espiritual. Esto no quiere decir que dejas de existir. Lo que quiero decir es que cuando tu parte espiritual crece y se fortalece, tus decisiones están basadas en la voluntad de Dios. Por el contrario, cuando tu vida carnal se fortalece, las decisiones están basadas en tu voluntad. Por eso vemos a Pedro entrar en conflicto. ¡No es fácil! Tú lo sabes y yo lo sé. De hecho, estoy convencido que muchos ni siquiera abren su fe para no encontrarse con este dilema y poder seguir “como antes”.
Pedro estaba confundido y así también nosotros nos confundimos. Recuerdo que cuando era adolescente, no me importaba si la novia que tuviera amaba o no a Cristo. Después entendí que era una prioridad altísima el que mi esposa tuviera el mismo amor que yo. Hoy, viendo atrás, incluso entiendo que el noviazgo presenta grandes problemas y por ello ni siquiera encontramos ese concepto en la biblia (pero eso es otro tema). Lo que quiero dar como ejemplo es el cambio que vamos teniendo y la madurez que vamos adquiriendo conforme vamos dejando que nuestro Señor tome las riendas. Es una batalla constante. Yo sé que Dios quiere que ame a mi prójimo pero me ha lastimado y mi mente me dice que mejor me aleje de esa persona. Dios me dice que perdone pero después de su engaño me parece mejor separarme. Dios me dice que sirva así como Él lavó los pies de sus discípulos, pero no quiero dar tanto de mi tiempo y dejar de hacer mis cosas para servir a alguien más. Así, cada principio del Señor va tomando forma. Es difícil. Es un verdadero reto. Es precisamente en este punto donde se separan aquellos que conocen de Dios de los que le servimos y entregamos nuestra vida a Él. ¿De qué lado estás?
Pedro no supo que hacer en su momento y Pablo tuvo que darle dirección a sus acciones. Hoy espero que Dios hable a tu corazón y de dirección a tus pasos. No dejes que tu antigua forma de ser y de pensar te haga dudar sobre el camino del Señor. No hay mejor camino. ¿Acaso crees poder tomar mejores decisiones que Dios? ¿Entonces qué haces dirigiendo tu vida? Deja atrás todo aquello que estás acostumbrado y que pensabas que era lo correcto o lo mejor. Es momento de dirigir tu mirada a Jehová y vivir conforme a su palabra. No te vas a arrepentir.
Oración
Padre: cuántas gracias te doy por tus instrucciones y tu forma tan amorosa de darle dirección a mi vida. Gracias por recordarme que tu camino es infinitamente mejor que el mío y las confusiones que tengo son por querer seguir viviendo como antes en lugar de dejarte trabajar en mí. Te pido que pongas fe en mi mente y en mi corazón para dejar atrás todo aquello que simplemente estorba en mi comunión contigo. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén
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