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5 oct 2012

Gálatas 4:21-23


Díganme ustedes, los que quieren estar bajo la ley: ¿Por qué no le prestan atención a lo que la misma ley dice?  Acaso no está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre?  El de la esclava nació por decisión humana, pero el de la libre nació en cumplimiento de una promesa.



A veces se facilita el entendimiento de la biblia cuando parafraseamos y tratamos de darle un sentido práctico a lo que leemos.  El pasaje de hoy diría algo así: díganme ustedes que quieren seguir viviendo bajo su propia voluntad, ¿No han visto cuántos errores han cometido ya?  ¿No se han dado cuenta de cómo perjudica a su vida el dar la espalda al Señor?  ¿No se han percatado de la enorme diferencia entre vivir por la promesa versus por decisión humana?  ¿No han entendido que no pueden ser “buenos” ni hacer las cosas bien pues separados de Él nada pueden hacer?
La verdad es que muchas veces me cuesta trabajo llevar a cabo estos principios.  Sé que es por mi bien.  Sé que es de bendición el obedecer a Cristo.  Pero por alguna razón mi orgullo quiere seguir luchando.  Cuestiono.  Dudo.  ¡Definitivamente no lo digo como algo bueno!  Mi orgullo es un verdadero estorbo en mi vida espiritual.  Me confunde.  Me engaña.  Me hace pensar que lo necesito cuando en realidad nunca, leíste bien, nunca, me ha traído nada bueno.
En el pasaje de hoy, Pablo nos recuerda lo que pasó con Abraham.  Dios le prometió descendencia a una edad sumamente avanzada.  Tan avanzada que su misma esposa se rió cuando escuchó esas palabras.  Tenía de qué reírse.  Era imposible que tuviera hijos a esa edad.  Sin embargo, era una promesa del Señor.  Solamente Él sabía cuándo sucedería.  Lo único que Abraham tenía que hacer (fuera de lo que le corresponde) era esperar.  Sin embargo, no pudo esperar lo suficiente y comenzó a cuestionar.  Posteriormente, su esposa le sugiere que el plan de Dios podía ser “distinto” y que en realidad se refería a su sierva con la que tendría descendencia.  Así que Abraham, con muy poco discernimiento decide tener hijos con “la esclava”.  ¿Qué pasó después?  Resulta que ¡Dios cumplió su promesa y su esposa tuvo un hijo!  Ahora tenía un hijo con la “esclava” y otro con “la libre”.  ¿Ahora puedes entender mejor cuando hablan de una y otra?  Una simboliza nuestra falta de fe y las malas decisiones que tomamos.  Por el contrario, la libre simboliza el pleno cumplimiento de las promesas del Señor sin importar lo imposibles que sean para nosotros.  ¿No venció Cristo a la muerte?  ¿No resucitó a Lázaro?  ¿No trajo visión a los ciegos y palabra a los mudos?  ¡Al día de hoy esto sigue siendo imposible!  ¿Entonces por qué seguimos dando la espalda al Señor?  ¿Qué pretextos son suficientes?  ¿Cuántos errores tendremos que cometer para darnos cuenta que estamos por el camino equivocado cada instante que decidimos por nuestra voluntad y hacemos al Señor a un lado?  ¿Cuántos hijos con “la esclava” tenemos que tener para entender?  ¿Tan orgullosos somos?  ¿Tan necios?  ¡No tiene sentido!  ¡Piénsalo!  Es momento de cambiar.  Es momento de vivir y decidir diferente.  ¡No tienes por qué seguir así!  Solamente necesitamos tener un corazón dispuesto y el Señor se encarga del resto.  ¿Cómo está tu corazón?

Oración
Señor: mi corazón está dispuesto a que lo transformes.  Estoy dispuesto a vivir diferente.  Quiero vivir confiado en tus promesas y esperando que Tú muestres cuándo y cómo.  Perdona mis pecados.  Perdona que te haya hecho a un lado para tomar mis propias decisiones.  Las consecuencias han sido duras y ya no quiero cometer los mismos errores.  Guía mi camino Señor.  Toma mi vida.  Te lo pido en el nombre de Jesucristo.  Amén.

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