Cristo, por el contrario, al presentarse como sumo sacerdote de los
bienes definitivos en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por
manos humanas (es decir, que no es de esta creación), entró una sola vez y para
siempre en el Lugar Santísimo. No lo
hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre,
logrando así un rescate eterno.
Hay mucha necesidad de Dios allá afuera. Mucha.
La gente no sabe qué hacer con sus vidas. Atraviesan problemas familiares,
fallecimientos, problemas de adicción, enfermedades, problemas financieros,
depresión entre otras cosas.
¿Sabes? Cuando entregas tu vida a
Jehová todos estos problemas siguen ahí.
Leíste bien. Cada uno de tus
problemas sigue en el mismo lugar que estaba antes de reconocer al Señor. El evangelio de Cristo no habla de milagros
para que en tu vida no haya problemas.
Habla de un Dios, que nos ama tanto, que se hizo hombre. Se mantuvo sin pecado y sacrificó su vida
para que nosotros, a través de su sangre, podamos ser perdonados. Después de haber muerto, resucitó al tercer
día y ahora está a la diestra del Padre dándonos esperanza de que un día
estaremos también en su presencia. ¡Este
es el evangelio! Entonces, qué hacer con
aquellos que sufren. ¿Cómo entender el
pasaje de hoy? ¿Cómo aplicarlo a mi
vida? El pasaje de hoy nos recuerda de
la esperanza que Cristo trae a nuestra vida.
Él ha hecho un sacrificio perfecto y nosotros no tenemos que hacer nada
más. Todos los ejemplos que escribí
sobre situaciones difíciles que la gente pasa, se minimizan cuando entendemos y
sobre todo, vivimos por esta esperanza.
La enfermedad no desaparece. Incluso
puede ser que lleve a la muerte. Sin
embargo, no se trata más de nosotros sino de Dios. Sabemos ahora que Cristo hizo el sacrificio
para que pudiéramos ser reconciliados con Dios Padre. Entonces, cuál debe ser nuestra
preocupación. Definitivamente la salud
no es prioridad. Que la gente no se
deprima tampoco. Que haya abundancia y
que nadie tenga escases no es prioridad tampoco. La prioridad debe ser el que la gente
entienda este sacrificio que realizó Cristo.
¿De qué sirve salud en esta vida si pasamos una eternidad en el infierno? ¿De qué sirve la abundancia en este cuerpo
mientras tu alma se pierde? ¿Lo puedes
entender? Cristo realizó un sacrificio
perfecto y eterno. Mientras tanto
nosotros perdemos el tiempo buscando soluciones en todos lados menos en
Él. Mi confianza está en Él. Mi esperanza está en Él. Mi razón de vivir está en Él. Él ha hecho todo por mí. A mi me corresponde entregarle mi vida y
servirle compartiendo su palabra y haciendo discípulos.
Medita en esto. Evalúa tus
prioridades. ¿Cómo está tu relación con
Dios? ¿Estás sobreviviendo tu día a día
o vives con gozo en el Señor? Cristo ya
hizo su parte. Ahora te corresponde a ti
hacer la tuya. Dobla tus rodillas y ríndete.
Oración
Padre: Perdona mis pecados y toma mi vida. Guíame.
Trae esperanza a mi corazón. Dale
sentido a mi día a día. Hoy aprendí que
me amas y que te has sacrificado por mí.
No puedo ignorar tanto amor. Gracias
y te pido que mi vida sea de servicio y entrega a Ti. Te pido que me transformes y pueda aprender a
obedecerte en todo lo que haga. En el
nombre de Jesús. Amén
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