Que Él
(Dios) los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla
en nosotros lo que le agrada. A Él sea
la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
Filipenses
2:13 dice: Dios es quien
produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena
voluntad. En el
capítulo 4 versículo 13 dice: todo
lo puedo en Cristo que me fortalece. ¿Sabes?
Conforme más leo y aprendo de la palabra de Dios, más me doy cuenta que
mi salvación fue adquirida por gracia.
Simplemente no pude haber hecho nada para merecer que Dios me amara y
perdonara. Él no solo se ha encargado de
darme la oportunidad de ser hijo suyo sino también de poder ser transformado
para hacer lo bueno: Su voluntad. Por
alguna razón, que se llama orgullo, me gusta pensar que algo hago bien o que mis
esfuerzos pueden servir de algo, sin embargo, la biblia (y la experiencia
personal) constantemente me muestran que Dios es quien hace todo. Incluso el escribir esto que estás
leyendo. Mi cuerpo preferiría estar
dormido o descansando pero mi Dios pone en mi el deseo y el gozo de escribir para
que otros puedan disfrutar de lo increíble que es tener comunión con Él. El autor de hebreos lo entendió y por eso lo
escribe: que Dios los
capacite para hacer su voluntad.
No son tus buenos deseos ni tus ganas de cambiar y dejar de cometer
errores. ¡Es Dios mismo quien te
transforma! 1ª de Corintios 2:14 dice: el que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede
del Espíritu de Dios, pues para él es locura.
No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. ¡Verdaderamente esto es locura para el que no
tiene a Dios en su corazón! Estamos
aprendiendo que Dios hace todo en nuestra vida y eso no es nada fácil de
entender y digerir. Por eso voy a tratar
de explicarlo con mayor detalle.
Conforme creces espiritualmente, vas entendiendo la diferencia entre lo
que tu cuerpo (la carne y naturaleza caída) quieren contra lo que Dios
dice. Por ejemplo: Dios creó las
relaciones sexuales para el matrimonio sin embargo, nuestra carne no es
monógama ni quiere esperar al matrimonio.
Poco a poco, vas analizando cada una de tus decisiones para ver si están
en línea con la voluntad de Dios. Si
tienes un problema con tu pareja, tal vez ahora piensas dos veces en reaccionar
como acostumbras y consideras la voluntad de Dios antes que la tuya. Pero todo esto no es fácil y tampoco
significa tener un “final feliz”. Por
esta razón, Dios es quien nos capacita para hacer su voluntad y por medio de
Jesucristo lo hacemos. Siguiendo con el
ejemplo de un pleito en el matrimonio, tú obedeces a Dios pero tu cónyuge
no. ¿Dejas entonces de hacer la voluntad
de Dios? ¡Esa es tu carne queriendo
reaccionar. Es tu yo y tu ego los que
quieren tomar nuevamente control de tus decisiones. Pero ahora ya sabes que Dios es quien te
capacita para tomar decisiones distintas.
Decisiones que edifican.
Decisiones que te hacen crecer espiritualmente y en tu comunión con Él. Por lo tanto, ya no necesitas que tu pareja
reaccione favorablemente. Simplemente obedeces
porque sabes que es la mejor decisión.
Pablo decía: mientras más pequeño soy yo, más grande es Dios en mi
vida. ¿Lo puedes entender? Por eso termina diciendo: a ¡Él sea la
gloria! Medita en tu relación con
Dios. ¿Dónde estás parado y qué lugar
ocupa Él en tu vida? Espero que después
de leer esto, quede “una piedra en tu zapato” para que en el transcurso del día
puedas tomar una decisión distinta a lo que estás acostumbrado y sea, ahora,
conforme a la voluntad de Dios.
Oración
Padre:
definitivamente quiero vivir agradándote.
Te pido me capacites para hacer lo bueno y que es agradable a Ti. Te pido abras mis ojos y mi entendimiento
para encontrar todas esas áreas que quieres cambiar de mi vida y que
simplemente he guardado celosamente. Abre
mi corazón. Derriba las murallas. Tú lo sabes todo y nada puedo ocultarte. Lléname de Ti y renueva mi vida. Muéstrame como puedo hacerlo todo en Ti y
cómo se deshacen las cadenas que antes me ataban. Perdona mis pecados y reina en mi vida Señor.
Te lo pido en el nombre de
Jesucristo. Amén.
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