Por lo
tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento, llevando la deshonra que
Él llevó, pues aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la
ciudad venidera.
Si
pensamos por un momento en lo que Adolfo Hitler logró en Alemania nazi, debemos
aceptar que fue sumamente sorprendente.
La gente realmente pensaba que segregando a unos de otros crearían una
raza superior que podría dominar al mundo.
De una u otra manera, imperio tras imperio, la superioridad de uno sobre
el otro siempre sale a relucir. Nadie
quiere ser el aplastado. Nadie quiere
ser humillado. Pienso que esto pudo ser
el motor que arrancó la emoción en Alemania para pensar que podrían estar por
encima de todos los demás. Ahora,
honestamente, a quién no le gusta la idea de la superioridad. ¡A nadie!
Aunque seas una persona que no le interesa, estoy seguro que rápidamente
te acomodarías a los lujos o placeres que pudiera conllevar esa
diferencia. ¿Pero para qué digo todo
esto y qué tiene que ver con el pasaje de hoy?
Muy simple. Cristo, siendo Dios,
no se aferró a ello sino que se hizo hombre y murió de la manera más humillante
de su tiempo. Nada especial. Nada único.
Murió a lado de dos criminales comunes y corrientes. El Rey de reyes y Señor de señores. El Creador de todo lo que vemos y lo que no
vemos. Aquél que merece toda la gloria
se humilló de tal forma que resulta incomprensible. Nos dice su palabra que lo hizo por
amor. Un amor incondicional. Un amor infinito. Los versículos de hoy nos animan a salir a Su
encuentro y llevar la deshonra que Él llevó, entendiendo que no pertenecemos a
este mundo sino al reino de Dios. ¿Ahora
puedes entender mejor la introducción?
En este mundo nos promueven la exaltación. La fama.
El ser servidos. El ser
reconocidos y admirados. Mientras tanto,
Cristo, el que realmente sabe lo que es mejor para nosotros, nos dice que
busquemos servir, que nos humillemos y le exaltemos sólo a Él, que amemos a
nuestro prójimo incluyendo a aquellos que nos hacen daño pues ¿qué mérito tiene
amar a los que nos aman? Cristo murió
fuera del campamento para hacernos entender que no hay religión que nos pueda
llevar a tener comunión con Dios. No hay
ritos que seguir. No hay comportamientos
ni obras que realizar. Hay que dejar
atrás todo y morir a nosotros mismos para que Él tome el trono de nuestra vida
y seamos reconciliados con Dios Padre.
Murió fuera del campamento para que nadie fuera excluido. Así, cada uno de nosotros podemos entender
que Cristo nos enseña a servir y a amar a todos sin excepción. Deja atrás “el campamento” y deshazte de todo
lo que este mundo te ha hecho pensar que necesitas. Busca por el contrario, vivir con la deshonra
de Cristo. Humillado pero exaltando
siempre al Padre. Sirviendo sin importar
que Él era el digno de ser servido.
Amando sin importar que no le amaran.
Perdonando aunque le estuvieran matando.
¡Eso es llevar su deshonra! Aunque
para algunos esto suena a locura, para aquellos que le amamos y confiamos en
Él, sabemos que es la mejor manera de vivir.
Sabemos que Pablo estaba pensando en esto cuando nos confiesa que ahora
entendía la diferencia entre lo que tiene valor y lo que es basura. ¡Seguir a Cristo es lo mejor que puedes hacer
en tu vida! Aunque vaya totalmente en
contra de lo que estás acostumbrado. Aunque
parezca sumamente radical. Confía en
Él. Él te ama y quiere solamente lo
mejor para ti. Si esto no te convence,
piensa en cuántos errores has cometido al tomar tus propias decisiones. Piensa en la falta de paz que tienes ante la
incertidumbre. Piensa lo efímeros que
somos y cómo no podemos controlar absolutamente nada. Por el contrario, Dios reina sobre todo lo
que vemos y lo que no. Él ha vencido a
la muerte y todo lo puede. ¿No te parece
que es mejor confiar en Él que en nosotros mismos?
Oración
Padre: gracias. Definitivamente
no merezco tu amor y sin embargo lo derramas sin restricción sobre mí. No merezco tu misericordia y me perdonas sin
reclamar más. gracias por la vida de tu
Hijo Jesús quién me permite tener comunión contigo. Te pido perdón por mis pecados y por mi falta
de entrega a Ti. Hoy entiendo que debo
dejar atrás este mundo y sus ideas y seguir tu camino sin restricción. No permitas que me estanque o mucho menos que
vaya para atrás mi Dios. Dame fuerza y
discernimiento para seguir adelante y tener como meta el parecerme cada día más
a Cristo. Te lo pido Padre en el nombre
de Jesús. Amén.
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