Ahora, pues, oh reyes, sed
prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, y alegraos con
temblor. Honrad al Hijo, para que no se
enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en Él confían.
Pienso que una de las
principales razones por la cual, los judíos no aceptaron a Cristo como el
Mesías es porque querían que llegara uno como el que se describe en este
Salmo. Una persona que hiciera temblar a
todo el mundo. Que con su enojo e ira
hiciera perecer a todos los que estuvieran frente a él. Una persona con autoridad, o mejor dicho,
autoritaria. Sin embargo, Jesús demostró
esas cualidades de una manera distinta y no lo pudieron entender. Su autoridad permanece. Demostró tener autoridad tanto de los
vientos, los mares, los demonios y la misma muerte. Su ira y consecuencia de ella la veremos al
momento en que se haga la distinción entre aquellos que le recibimos como
Salvador versus los que le rechazaron.
Por esta razón debes tener cuidado de no caer en los mismos
errores. No importa lo que veas en este
mundo. No importa que parezca que algo
es imposible. Dios está muy por encima
de todo. Es mejor seguir el consejo de
este salmo: ser prudentes; admitir la corrección de Dios; servir con temor;
alegrarnos con temblor y honrar al Hijo.
Si seguimos estos pasos, llegan las bendiciones pues estaremos confiando
plenamente en Él. ¿Lo puedes entender? Medita un momento en esto pues no es
fácil. Bienaventurados todos los que en
Él confían. ¿En qué o en quién estás
confiando? No limites a Dios a lo que
puedes ver o entender. Él tiene cada una
de las características de este Salmo y sigue reinando en el mundo. Sigue siendo Todopoderoso y debemos temblar
ante el pensamiento de su ira. Ten
cuidado y no abuses de la gracia que se te ofrece cada día que te
levantas. No juegues con la misericordia
que Dios ha tenido sobre ti para dejarte vivir un día más esperando que te
arrepientas y corrijas tus pasos. Lee el
pasaje y deja que Dios examine tu corazón.
Se humilde y que la soberbia no estorbe para que escuches la corrección
del Señor.
Oración
Padre: vengo a Ti de
rodillas pidiendo perdón por mis pecados.
Reconozco que te he dado la espalda y no quiero seguir así. Quiero vivir confiado en Ti y recibir tus
bendiciones. examina mi corazón Señor y
permite que pueda recibir tu amonestación y transformar mi mente para servirte
en todo lo que haga. Toma mi vida mi
Dios. Te lo pido en el nombre de
Jesús. Amén
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