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6 feb 2015

Salmos 3:1-2

¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!  Muchos son los que se levantan contra mí.  Muchos son los que dicen de mí: no hay para él salvación en Dios.



Creo que cada uno de nosotros se puede identificar con este salmo de David.  Estoy seguro que has atravesado un momento en el que simplemente todo parecía estar en tu contra.  Una mala racha.  Mala “suerte”.  Perdiste tu empleo.  Algún ser querido fallece.  Hay enfermedad.  Hay discusión.  Soledad.  Adicción.  Desilusión.  Cuando David escribe estas palabras, estaba siendo perseguido por su hijo Absalón.  ¡Su propio hijo buscaba matarle!  ¿Lo puedes creer?  El enemigo estaba dentro de su propia familia.  Su propia sangre.  Cuando un niño nace, simplemente no puede hacer absolutamente nada y depende al cien por ciento de la entrega de los padres.  Principalmente de la madre.  Uno como padre dedica todo su esfuerzo para cuidar a ese niño.  Imagina el sentimiento de David al darse cuenta que su hijo buscaba matarle.  Seguramente recordó en algún momento del día que nació y la felicidad que trajo.  Sus llantos.  Sus primeros pasos y primeras palabras.  Ese niño ahora buscaba matarle.  ¿Qué esperanza puede tener uno cuando las cosas están así?  ¿Cómo encontrar consuelo?  ¿Cómo seguir adelante?  ¿Cómo levantarse y disfrutar un día más si al momento de abrir los ojos recuerdas que tu hijo te ha traicionado?  ¿Sabes?  Cada uno de nosotros va a atravesar distintas situaciones en las que parezca que no hay solución o, como dice el pasaje ni salvación de Dios.  Todo estará contra nosotros.  O por lo menos así parecerá.  Voltearás a la derecha, a la izquierda y en cualquier dirección no podrás ver cómo seguir adelante.  ¿Qué hacer en estos casos?  ¿Cómo levantarse día a día cuando todo te está aplastando?  David nos da la respuesta con este salmo.  Leíste bien.  Este salmo no es una queja.  Al contrario.  Es grito desesperado a Jehová su Dios.  Así que, nos corresponde hacer lo mismo.  Clama a Jehová.  dobla tus rodillas y abre tu corazón diciéndole todo lo que abruma tu corazón y aplasta tu alma.  Confiesa tus pecados.  Confiesa lo que hay en tu corazón.

Oración

Padre: estoy cansado.  Me siento sin esperanza y acabado.  Examina mi corazón y perdona mis pecados.  Da dirección y luz a mi camino.  En el nombre de Jesús te lo pido.  Amén

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