Mi escudo está en Dios, que
salva a los de corazón recto. Dios es un
juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo. Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará
la espada y tensará el arco; ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene
listas sus llameantes saetas.
Muchas veces leemos pasajes
como estos y nos emocionamos.
¡Perfecto! Dios está a
cargo. Él tiene el control y yo voy a
dejar que Él se encargue de todo. De Él
es el juicio. En Él tengo mi
esperanza. En Él tengo mi escudo. Pero pasa el tiempo y comienzas a dudar
nuevamente. Recibes alguna noticia o
simplemente pasa algo que pareciera te regresa al punto de partida. Nuevamente comienzas a dudar sobre lo que
está pasando e incluso cuestionas si realmente Dios castiga al malvado. ¿Ya te identificaste? La realidad es que Satanás no quiere que te
acerques a Dios y mucho menos que crezcas espiritualmente. La biblia nos explica en Efesios 6 que
tenemos una lucha contra fuerzas malignas.
En otras palabras: Satanás y sus demonios. Ellos buscan constantemente estorbar en tu
relación con Dios. Sutilmente se meten
en tu vida y tus pensamientos. “No
merece que lo perdones”. “Tú mereces más
que eso”. “Para este momento deberías
estar en una mejor situación”. “Tú has
sido bueno, merece un castigo”. Y así
pasan los pensamientos por tu cabeza.
Pensamientos que no agradan a Dios y van en contra de su voluntad puesto
que, Él, siendo Dios se hizo hombre sin merecerlo. Sufrió sin merecerlo. Te perdonó sin merecerlo. Te amó sin merecerlo. ¿Lo puedes entender? Ahora puedes darte cuenta que esos
pensamientos y sentimientos no provienen de Él y, por lo tanto, debes
desecharlos. No. No regresaste al punto de partida. Ese es un engaño. La realidad es que ya has avanzado y
simplemente hay altibajos en tu camino.
No pares. Persevera y recuerda
constantemente que Jehová es tu escudo.
Acude a Él. Pide consuelo a
Él. Pide paz a Él. Es normal que tengas tropiezos y dudas. Cuando esto pase, recuerda este pasaje. Dios es escudo de los justos y saetas para
los injustos. Si has decidido por Él,
vas por buen camino. Sigue así. No desmayes ni titubees.
Oración
Padre: en verdad agradezco
tu palabra y la misericordia que tienes conmigo al permitirme conocerte y poner
mi esperanza en Ti. Gracias por darme dirección. Gracias por abrir caminos. Te pido pongas perdón y amor en mi corazón
para con mi prójimo sin importar que lo merezcan o no. Yo quiero obedecerte y sé que esto te
agrada. Transforma mi mente y mis
pensamientos para que estén siempre alineados a tu palabra. Te lo pido en Cristo Jesús. Amén
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