Señor mi Dios, ¿qué es lo
que he hecho? ¿Qué mal he cometido? Si le he hecho daño a mi amigo, si he
despojado sin razón al que me oprime, entonces que mi enemigo me persiga y me
alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos.
Cada uno de nosotros tiene
una perspectiva distinta de las cosas.
Cada uno hemos crecido diferente.
Esto nos lleva a tener varios parámetros de lo que uno debiera hacer
para corregir el daño que ha causado.
Platicando con otras personas, me he dado cuenta que algunas piensan que
son buenas porque no han robado ni matado a nadie y así, cada quien tiene lo
que llamo: su “tabla de maldad”. ¿Qué
es? Una lista en la que ponemos lo que
consideramos imperdonable hasta arriba y así vamos bajando hasta llegar a
pecados como una mentira “blanca” o envidia “de la buena”.
En el pasaje de hoy vemos a
David queriendo hacer lo mismo. Quiere
catalogar lo que ha hecho y hasta propone lo que él considera sería un castigo
justo. Esto pasa frecuentemente. Tal vez ni te has dado cuenta que has caído
en esta situación. Medita un poco en
ello. ¿Estás queriendo que las cosas se
resuelvan a tu manera? ¿Estás buscando
que los que te lastiman tengan un castigo con ciertas características? ¿Te da coraje que haya gente que no sea
castigada? ¿Piensas en cuáles deberían
de ser las penas de acuerdo al delito o acto que realizaron? Todo esto es señal de que estás actuando como
David. ¿Cómo es actuar así? Queriendo intervenir en aquello que Dios ya
ha acomodado. Primero. Él ya tiene su “tabla de maldad” y solamente
hay una palabra en ella: pecado. No hay
unos arriba de otros. Todo se encierra
en el pecado. Todos somos
pecadores. Cada uno de nosotros nació
siendo pecador. Nadie se convirtió en un
pecador mayor o menor. Siempre hemos
sido pecadores. El problema llega con la
cultura del mundo que nos hace pensar que nuestros pecados no son tan
malos. ¡Esa es obra de Satanás! Sutil ¿no crees? Al minimizar tu pecado, minimizas tu
necesidad de Dios.
A nosotros no nos
corresponde establecer qué debería pasar por cometer tal o cual falta. Dios se encarga de ello. Tampoco debemos caer en catalogar los pecados
pues Dios nos enseña que el pecado es uno y nos aparta de Él. Cualquiera que sea tu situación, no te dejes
llevar por lo que estás acostumbrado sino piensa en lo que Dios quiere que
hagas. Recuerda que nos corresponde
obedecer, humillarnos ante Él y servirle.
Oración
Padre: perdóname. He caído en el error de pensar que hay
distintos niveles de pecado. Hoy te pido
perdón por mi pecado pues sé que me separa de Ti. Te pido perdón porque he juzgado y pensado
que hay personas más pecadoras que yo. Gracias
por mostrarme que no merezco tu amor y sin embargo tu gracia se derrama sobre
mí. Gracias en el nombre de Jesús. Amén
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