¡Levántate, Señor, en tu
ira; enfréntate al furor de mis enemigos!
¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia!
Cada vez que veo algún
video o artículo que habla sobre cómo sobrellevar cargas, estrés, perdón,
preocupaciones, etcétera, trato de leerlo para compararlo con lo que dice la
biblia y confirmar que Dios tiene la razón.
En una ocasión vi un video que sugería cerrar nuestros ojos, pensar en
todo aquello que nos quitaba la paz, imaginar que lo escribimos en una lista en
papel y posteriormente hacer “bola” el papel y tirarlo a la basura (todo de
manera imaginaria). Con esto,
simbólicamente te liberas de esas presiones y puedes sentirte mejor. Al comparar este método contra el que Dios me
permite acceder, veo que como humanos nos quedamos muy lejos de lo que Jehová
nos ofrece. Dios ofrece esperanza y no
ilusión. Nos ofrece certeza y paz
duradera y no efímera. Si alguien te ha
lastimado, si te han hecho un daño que no dejas de tenerlo en tu cabeza y
sigues pensando qué hacer, el versículo de hoy es tu respuesta: deja que Jehová
se encargue de todo. Deja que el Señor
se levante y sea Él quien haga el “ajuste de cuentas”. No tú.
No tus contactos. No tus
habilidades. Dios. Él es quien realmente impartirá justicia
perfecta. Él no va a estar sesgado ni
tampoco tendrá falta de información para conocer plenamente lo ocurrido. ¡Él sabe!
Así que solamente nos corresponde doblar nuestras rodillas y clamar a Él. Dejar que sea su ira y su justicia y no la
nuestra las que tomen el control.
No importa lo que te hayan
hecho. Tampoco significa que vas a ser
un “dejado”. Lo que vas a hacer es
convertirte en un verdadero discípulo al dejar que Dios transforme tu vida y
canalice tus deseos para que sean los suyos los que guíen y controlen. Ven a Él y pide por su paz. También intenta el método que describí
anteriormente. Personalmente me quedo
con mi esperanza en Jehová. Imagino que
tú también te darás cuenta de cuál es el mejor.
Oración
Señor: me pongo a tus pies
y te pido porque pongas paz en mi corazón.
Pongo mi esperanza en Ti y mis deseos de venganza junto con todos mis
enojos y corajes te pido los quites de mí.
No quiero ir en contra de tu voluntad.
Guíame y yo seguiré tus pasos. Te
lo pido en Cristo Jesús.
Amén
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