Mis enemigos volvieron
atrás; cayeron y perecieron delante de ti.
Porque has mantenido mi derecho y causa; te has sentado en el trono
juzgando con justicia.
Es difícil e incluso
imposible entender el por qué de las cosas que suceden. Sin embargo, Dios no nos ha abandonado para
vivir como podamos. No nos “avienta al
ruedo” esperando porque todo salga bien.
Si permite algo en tu vida debes saber que hay un propósito específico y
que será para bien. En el pasaje de hoy
vemos la alabanza después de haber atravesado la prueba. En este momento Dios ya había actuado y su
mano poderosa se había manifestado. Los
enemigos cayeron y perecieron ante Él.
Dios protegió a David y no permitió que le hicieran ningún daño. ¿Sabes?
La biblia nos llena de sabiduría a través de distintos ejemplos e
historias para que podamos meditar en ellas cuando nos encontramos en un
momento difícil. Tal vez hoy estás
ahí. En medio de la tormenta buscando un
rayo de sol. Tal vez has tenido una
temporada complicada y estás cansado o exhausto. El pasaje de hoy es para enseñarte que la
victoria está en las manos de Dios. No
importa el tamaño de tus problemas pues Dios siempre será mayor. Tus enemigos nunca podrán contra ti siempre y
cuando dejes que Jehová sea quien pelee.
Cada vez que utilices tus métodos, tus fuerzas y tus ganas, debes saber
que caerás y no llegarás a ningún lado.
Por el contrario, cuando te entregas al Señor, cuando dejas que Él
reine, que Él decida y que Él muestre el camino, tus enemigos vuelven atrás,
caen y perecen. ¿Lo puedes
entender? Todo esto que estás pasando es
para que aprendas a dejar de confiar en Ti y comiences a confiar en el
Señor. Dios te está dando el final de la
película para que entiendas que los buenos (los que creen en Él) siempre
ganan. No te desanimes. No dejes que Satanás te confunda y te haga
dudar. Dios está al pendiente de ti y
quiere protegerte y amarte. Dobla tus
rodillas y no dejes de orar.
Constantemente abre tu corazón y entrega tu vida para que Él tome las
riendas y pelee la batalla por ti.
Oración
Señor: gracias. No solamente me amas sino que además llevas
mi carga pesada y me permites llevar la tuya que es ligera. Te pido perdón por mis pecados. Te pido que vengas y reines en mi vida. Te entrego mis problemas. Te entrego mis angustias. Te entrego mis rencores y mis corajes. Te entrego mi ser. Guíame.
Alumbra mis pasos mi Dios pues no quiero seguir igual. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
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