¿Hasta cuándo Señor, me
seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo
esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta
cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá
dominando?
¡Me encanta leer pasajes
como el de hoy! Nos muestran la cruda
realidad. A un David muy humano. Muy carnal.
Muy poco admirable. Cansado. Desesperado.
Angustiado. Confundido. Aplastado.
Cometiendo errores al cuestionar que Dios le ha olvidado y ha apartado
su rostro de él. Veo un David que se
parece a mí. Veo a un David con el que
me identifico. Un David más real. Gracias a Dios por la perfección de su
palabra que nos muestra los dos lados de la moneda. No estudiamos puros momentos lindos y ninguna
prueba. Al contrario, leemos momentos de
gloria seguidos de tristeza y abatimiento.
¡Así es la vida! No te sientas
mal que el día de ayer oraste y hoy otra vez estás mal. No te desanimes si oraste en la mañana y
después de unos minutos nuevamente estabas cayendo. ¡Es normal!
Imagina que somos como un niño aprendiendo a caminar. Es normal que se caiga muchas veces antes de
lograrlo. Pues nosotros somos niños
espirituales en crecimiento. Algunos son
más grandes que otros pero todos seguimos el mismo proceso de madurez y así,
los retos se van volviendo más y más complicados pues la perfección no llega
fácilmente. A David se le reconoce hoy
como un gran hombre de Dios. Jehová
mismo le describe como: un hombre conforme a mi corazón (Hechos 13:22). Pero hoy leemos un momento de su vida donde
no estaba bien. Tal vez tú estás así el
día de hoy. Tal vez alguien que conoces
está así. No podemos perder la
perspectiva y dejar que el día a día nos apague. Si te identificas con lo que David
atravesaba, debes saber que no hay una respuesta mágica a tu situación. Lo que sí debes hacer es mantenerte en
oración constante y buscando al Señor en todo momento. No importa que sea cada 5 minutos. Él nunca se cansa de escucharnos. No te sientas mal de venir a Él abatido y sin
esperanza. Al contrario, disfruta que
tienes a un Dios que te ama y se preocupa por ti, un Dios que te espera con los
brazos abiertos para consolarte y llenarte de su paz.
Oración
Padre: estoy abatido. Estoy angustiado. Me siento sin salida. Hoy entiendo que Tú no me has abandonado y
que las pruebas me hacen crecer espiritualmente. No permitas que me aparte de Ti. No permitas que el día a día me
distraiga. Yo quiero seguirte y aprender
lo que quieras mostrarme aunque sea difícil para mí. Guía mi vida Señor. En Cristo Jesús. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario