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29 jul 2015

Salmos 16:2

Yo le he dicho al Señor: Mi Señor eres Tú.  Fuera de ti, no poseo bien alguno. 



Uno puede pensar que su esfuerzo, sabiduría, relaciones, habilidades o cualquier otra virtud le dieron el medio para lograr algo.  Nada cae del cielo ¿cierto?  Pero, ¿acaso decidimos cuándo tener salud y cuándo no?  ¿Acaso escogimos dónde nacer?  ¿Decidimos qué tan inteligentes somos?  ¡Ni siquiera pudimos decidir en nuestra personalidad o carácter!  La verdad es que todo nos ha sido dado.  Sí, tu esfuerzo y dedicación te pueden llevar muy lejos pero no más allá de donde Dios decida.  ¿Cuántas veces te has esforzado con todo tu corazón y tu mente para darte cuenta que no hay forma de que las cosas cambien?  Son lecciones de vida.  Dice la gente.  No.  Es disciplina del Señor.  Nos está “jalando” las orejas porque nuestra soberbia nos está nublando la vista.  ¡Qué fácil es creer que uno merece algo!  ¡Qué sencillo caer en el orgullo y pensar que uno puede exigir!  Sin embargo, si alguien pudo haber exigido es Cristo y lo único que hizo, una y otra vez, fue servir.  Reconocer que todo le fue dado por el Padre y hacer su voluntad por encima de la suya.
Tal vez no estés de acuerdo con lo que dice el Salmo.  Tal vez pienses que sin Dios puedes poseer algún bien.  Lo que yo puedo decirte es que tarde o temprano, el Señor te enfrentará.  Te mostrará cómo tu mundo se desvanece en un segundo y todo lo que considerabas tuyo puedes perderlo en un abrir y cerrar de ojos.
No tiene sentido pelear contra Dios.  No tiene sentido querer que nuestra soberbia le gane al Creador.  En el libro de Génesis capítulo 1 nos dice que se nos dieron las semillas, los frutos, los animales y todo para alimentarnos.  Seamos humildes.  Reconozcamos que todo lo que poseemos le pertenece al Señor.  Reconozcamos que es su gracia la que nos da y no nuestro gran esfuerzo ni sabiduría.  Estoy convencido que al cambiar esta perspectiva en tu vida, disfrutarás más las cosas pues estarás constantemente agradeciendo lo que hoy el Señor te ha dado en lugar de estar pensando en lo que te falta por conseguir.

Oración

Padre: humilla mi corazón y quita todo aquello que te estorba para que mi vida espiritual crezca.  Gracias por darme lo que tengo y no permitas que la envidia me impida ver tus bendiciones.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén

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