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20 jul 2015

Salmos 14:2-3

Desde el cielo el Señor contempla a los mortales para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios.  Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido.  No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!



Dios no se equivoca.  Tampoco hay nada que no sepa.  Él es la esencia misma del amor y ama a cada uno de nosotros de manera incondicional.  Sin embargo, esto no quiere decir que podamos tener una relación con Él así nada más.  En el momento en que Adán y Eva decidieron desobedecer al Señor, condenaron a toda la humanidad.  Por eso se le llama el pecado original.  Desde el principio, todos nacemos de una naturaleza caída, de un cuerpo pecaminoso.  Entonces, cuando leemos que Dios contempla lo que hacemos, no debemos pensar que no sabe lo que hacemos o lo que pasará.  Nos contempla por el amor que nos tiene.  Nos contempla porque quiere que regresemos a Él.  Sabe que nuestro cuerpo es pecado y por ello envió a su Hijo Jesús para que no seamos esclavos a ese cuerpo y sus deseos.  No pienses que a Dios se le ha “escapado” algo y por eso el mundo está como está.  Satanás quiere que lo pienses y buscará confundirte constantemente.  Él busca interrumpir tu comunión con Dios.  Él, además, busca destruirte.  Mientras que Dios, contempla, esperando a que te arrepientas para darte vida eterna.  No es casualidad que estés leyendo esto.  Es Dios buscándote.  Es Dios diciéndote que quiere que dejes la oscuridad y vengas a la luz.  Quiere recibirte y abrazarte demostrándote su increíble amor.  Así como en el tiempo de Jesús, muchos no quisieron reconocerle, hoy tú puedes cometer el mismo error pensando que no le necesitas o que puedes posponer esa decisión.  Piénsalo.  ¿Tiene sentido desobedecer al Señor?  Dios no quiere personas que están a medio compromiso y que obedecen solamente en aquello que consideran deben hacer.  Esto es ser igual que aquellos que describe este pasaje que están apartados de Él.  No pienses que puedes burlar a Dios.  Te puedes engañar a ti mismo pero a Él no.

Oración

Padre: te doy gracias por amarme y permitirme venir a tus pies arrepentido de mis pecados.  Quiero reconciliarme contigo y sé que Jesús murió por mí para que mis pecados fueran perdonados.  Renueva mi corazón y mi mente para que mi vida sea conforme a tu voluntad.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén

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