En el cielo, entre granizos
y carbones encendidos se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del
Altísimo. Lanzó sus flechas, sus grandes
centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. A causa de tu reprensión, oh Señor, y por el resoplido
de tu enojo, las cuencas del mar quedaron a la vista ¡al descubierto quedaron
los cimientos de la tierra!
Tal vez estás pensando:
nunca he visto carbones encendidos o flechas que sean lanzadas. Tampoco he escuchado ningún trueno o visto
que el mar quede al descubierto. Bien. Te voy a dar unos ejemplos de cómo puedes ver
este tipo de milagros en tu vida. Recordemos
que David es quien está escribiendo este Salmo y relata cómo Dios le libró de la
mano de Saúl el Rey. La realidad es que
era prácticamente imposible que esto pasara.
Recordemos cuando Moisés y el pueblo de Israel se encuentran en el
desierto sin nada que comer y Dios les manda el maná cada mañana. Recordemos cómo Josué, obedeciendo al Señor,
derriban los muros más impresionantes de Jericó con tan solo sonidos de
trompetas y gritos de los hombres.
Recordemos cómo Dios se encargó de José quién, a pesar de ser vendido
por sus hermanos, terminó siendo el segundo a cargo de todo Egipto. Este tipo de ejemplos no son
coincidencia. Es Dios trabajando. Es Jehová haciendo milagros y demostrando su
poder. Cuando Cristo vino a la tierra,
los milagros que hizo no fueron para que la gente pudiera ver, caminar o ser
sanados, el punto principal de sus sanaciones era demostrar su autoridad por
sobre todas las cosas incluyendo la muerte.
Lo que David presenció al ser librado de la muerte, no fue
casualidad. Fue el Señor que escuchó su
oración y respondió. ¿Cómo puedes ver
esto en tu vida? Pues primero tienes que
seguir los mismos pasos de David. Él no
paraba de clamar a Dios y exponer constantemente su situación y lo que había en
su corazón. Después hizo lo más
importante de todo: seguir orando aunque las cosas no cambiaran o
mejoraran. Este es el parte aguas de un
verdadero siervo de Dios. Aquí es cuando
realmente defines tu fe y te entregas al Señor confiando en que Él está a
cargo. Así, conforme pasa el tiempo,
comienzas a darte cuenta de cómo Dios tuvo un cuidado especial de ti y en
ningún momento estuvo lejos. Trata de
meditar en distintas situaciones en las que no dejaste de orar y te mantuviste
pegado a Él. Piensa en cómo se
acomodaron las piezas y cuántas de ellas no tienen sentido pero al final fue lo
mejor. ¡Esas son las flechas de las que
David hace mención! ¡Esos momentos son
los que David describe cuando el mar se abre!
Cuando podemos conectar los puntos y darnos cuenta que no hay ninguna
opción o coincidencia sino el Señor haciendo milagros en nuestra vida. Ahora, si has tenido la bendición de
experimentar esto, no puedes ni debes quedarte así. Comparte tu historia. Brinda consuelo y ánimo a aquellos que están
en una situación adversa. Así tú y los
que te rodean podrán gozarse de los milagros que Dios quiere hacer en sus
vidas.
Oración
Padre: eres
maravilloso. A Ti sea la gloria. Gracias por tu palabra y por traer consuelo y
esperanza a mi vida. Examina mi corazón
y guía mis pasos. No permitas que me
aparte de Ti mi Dios y abre mis ojos para poder ver todas tus bendiciones y
milagros en lugar de pensar en lo que no tengo.
Gracias Padre en el nombre de Jesús.
Amén
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