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10 sept 2015

Salmos 18:1-2

¡Cuánto te amo Señor, fuerza mía!  El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador, es mi Dios, el peñasco de mi refugio.  Es mi escudo, el poder que me salva ¡mi más alto escondite!



No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.  Un dicho que nos ayuda a tomar perspectiva de las cosas.  A veces nos quedamos tan obsesionados viendo el árbol que tenemos frente a nosotros que olvidamos la existencia del bosque entero.  Así nos pasa con nuestros problemas.  Nos dejamos sumergir tanto en ellos que simplemente nos ahogan.  No podemos ver más allá.  Nada parece tener solución.  Esto incluye situaciones como: soledad, tristeza o depresión, enfermedades, injusticias, rencores, fallecimientos, entre otros.  Estudiamos todo el capítulo 17 de los Salmos donde David clamaba constantemente al Señor para que fuera rescatado de la mano de Saúl.  Una y otra vez expresaba su angustia mientras que al mismo tiempo depositaba su confianza en el Señor.  David no sabía cuánto tiempo duraría su persecución o si saldría vivo.  De hecho, los números estarían en su contra.  Un rey persiguiéndote para matarte no te da mucha probabilidad de salir vivo.  Pero Dios le protegió y rescató y el capítulo 18 es la respuesta de David.  No sé qué estás atravesando y tampoco puedo decir que entiendo tu sufrimiento o sentir.  Lo que sí puedo decirte es que la palabra de Dios debe traer ánimo, gozo y consuelo a tu vida.  Refúgiate en Él.  Que Él sea tu fuerza para seguir adelante.  Que sea tu roca.  Que sea tu escudo.  Como escribí al principio, no dejes que las circunstancias te abrumen y te hagan bajar la mirada.  Mantenla firme hacia el Señor.  Permanece en Él.  Todo este tiempo de prueba sirve para crecer espiritualmente.  Llegará un día, como sucedió con David, donde tu situación cambiará y podrás darle la gloria al Señor.  Mientras tanto, recuerda que Él tiene el control.  Recuerda que Él sabe lo que viene y cómo se desarrolla.  Él tiene conocimiento del bosque entero mientras que tú solo puedes ver unos cuantos árboles.  No te desanimes y acude constantemente a su palabra y a hermanos fuertes en la fe para que te guíen.

Oración

Padre: gracias.  Nada en este mundo da paz como Tu la das.  Gracias por traer esperanza a mi vida cuando todo parece oscuridad.  No permitas que me aparte de Ti y guíame para crecer en este tiempo de prueba.  Quiero mantener mi mirada fija en Ti y vivir convencido que Tú me amas, me cuidas y me guías por el mejor camino.  Gracias Padre.  En el nombre de Jesús.  Amén.

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