¡Cuánto te amo Señor,
fuerza mía! El Señor es mi roca, mi
amparo, mi libertador, es mi Dios, el peñasco de mi refugio. Es mi escudo, el poder que me salva ¡mi más
alto escondite!
No hay mal que dure cien
años ni cuerpo que lo resista. Un dicho
que nos ayuda a tomar perspectiva de las cosas.
A veces nos quedamos tan obsesionados viendo el árbol que tenemos frente
a nosotros que olvidamos la existencia del bosque entero. Así nos pasa con nuestros problemas. Nos dejamos sumergir tanto en ellos que
simplemente nos ahogan. No podemos ver
más allá. Nada parece tener solución. Esto incluye situaciones como: soledad,
tristeza o depresión, enfermedades, injusticias, rencores, fallecimientos,
entre otros. Estudiamos todo el capítulo
17 de los Salmos donde David clamaba constantemente al Señor para que fuera
rescatado de la mano de Saúl. Una y otra
vez expresaba su angustia mientras que al mismo tiempo depositaba su confianza
en el Señor. David no sabía cuánto
tiempo duraría su persecución o si saldría vivo. De hecho, los números estarían en su
contra. Un rey persiguiéndote para
matarte no te da mucha probabilidad de salir vivo. Pero Dios le protegió y rescató y el capítulo
18 es la respuesta de David. No sé qué
estás atravesando y tampoco puedo decir que entiendo tu sufrimiento o
sentir. Lo que sí puedo decirte es que
la palabra de Dios debe traer ánimo, gozo y consuelo a tu vida. Refúgiate en Él. Que Él sea tu fuerza para seguir
adelante. Que sea tu roca. Que sea tu escudo. Como escribí al principio, no dejes que las
circunstancias te abrumen y te hagan bajar la mirada. Mantenla firme hacia el Señor. Permanece en Él. Todo este tiempo de prueba sirve para crecer
espiritualmente. Llegará un día, como
sucedió con David, donde tu situación cambiará y podrás darle la gloria al
Señor. Mientras tanto, recuerda que Él
tiene el control. Recuerda que Él sabe
lo que viene y cómo se desarrolla. Él
tiene conocimiento del bosque entero mientras que tú solo puedes ver unos
cuantos árboles. No te desanimes y acude
constantemente a su palabra y a hermanos fuertes en la fe para que te guíen.
Oración
Padre: gracias. Nada en este mundo da paz como Tu la
das. Gracias por traer esperanza a mi
vida cuando todo parece oscuridad. No permitas
que me aparte de Ti y guíame para crecer en este tiempo de prueba. Quiero mantener mi mirada fija en Ti y vivir
convencido que Tú me amas, me cuidas y me guías por el mejor camino. Gracias Padre. En el nombre de Jesús. Amén.
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