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20 ago 2013

2 Pedro 2:17-19


Estos individuos son fuentes sin agua, niebla empujada por la tormenta, para quienes está reservada la más densa oscuridad.  Pronunciando discursos arrogantes y sin sentido, seducen con instintos naturales desenfrenados a quienes apenas comienzan a apartarse de los que viven en el error.  Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, ya que cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado.  



Seguimos hablando de aquellos que se mencionan desde el versículo uno como falsos maestros quienes serán llevados a juicio.
No sé cómo te educaron.  No sé cuál es tu concepto del bien y el mal.  Por eso te voy a platicar de lo que yo consideraba bueno o malo.  Pensaba que lo malo era desagradable.  Que no traía beneficio o gozo.  Que era fácil de identificar y sobre todo, fácil de evadir o evitar.  ¡Qué ignorancia!  Conforme fui creciendo no me di cuenta de lo contrario.  Simplemente comencé a pensar que si había algo de felicidad o gozo en lo que hacía, tal vez no estaba tan mal.  Tiene sentido, ¿No crees?  Pues así, sin darme cuenta, comencé a mezclar lo que conocía de Dios con lo que yo pensaba.  Había algunas cosas que consideraba más importantes por lo que siempre trataba de cumplirlas mientras que, por otro lado, las que no eran “tan importantes” pues digamos que consideraba que era bueno mantener un equilibrio y no ser tan exagerado en mi religión.  Creía en Dios.  Asistía a la iglesia los domingos.  Escuchaba las predicaciones.  Algunas me llegaban al corazón y me recordaban que las cosas no estaban bien en mi vida.  Pero no pasaba mucho tiempo y lograba olvidarme de ello para regresar a mi camino de siempre.  Creo en Dios pero también acomodo mi vida a mi manera.  Pasé así muchos años.  Definitivamente incrementé mi conocimiento de Dios, pero al mismo tiempo fui moviendo los “parámetros” para decidir si era bueno o malo.  Cada vez toleraba más cosas.  Cada vez me involucraba en más cosas.  Acciones que antes pensaba nunca haría, ahora las hacía.  ¿En qué momento pasó?  No lo sé.  ¿Cómo me involucré tanto?  Tampoco lo sé.  Lo que sí sé es que cada vez se volvía más difícil el tratar de corregir mi vida y poder tener congruencia entre lo que decía creer y lo que realmente hacía.  Todo hasta que un día, por gracia y amor de Dios, me di cuenta que no podía seguir así.  Me cansé de vivir una doble vida.  Me cansé de la falsedad que tenía.  Me cansé de pelear el trono con Dios y decidí entregarle mi vida por completo.  Cuando leo pasajes como el de hoy recuerdo todo aquello que viví al ser seducido por el engaño y al mismo tiempo pienso en aquellos que siguen atrapados.  ¿Sabes?  Lo malo no es fácil de descubrir y mucho menos de evitar.  Hay personas allá afuera convenciéndonos de seguir caminos contrarios al del Señor.  El pasaje de hoy nos advierte sobre lo sutil que es el ser engañados y alejarnos de Dios.  Toma un tiempo para meditar en tu comunión con Dios.  ¿Estás viviendo dobles vidas?  ¿Quién tiene el trono?  ¿A dónde te han llevado tus decisiones?  Tal vez es momento que le des dirección a tu vida.  No esperes más.  Mientras más esperes más difícil será.  Lo que está fuera de Dios es como una fuente sin agua.  Puede parecer atractivo pero en realidad solamente hay vacío.

Oración
Padre: no puedo seguir peleando el trono de mi vida contigo.  Me entrego por completo a Ti.  No quiero vivir sin congruencia entre lo que creo, pienso y hago.  Ayúdame Señor a seguirte y obedecerte en todo lo que haga.  Hoy me doy cuenta del vacío que trae a mi vida ir en contra de tu voluntad y ya no quiero seguir así.  Renueva mi corazón.  Renueva mis pensamientos.  Lléname de Ti.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

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