El
que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿cómo sabemos que Él permanece en
nosotros? Por el Espíritu que nos dio.
Yo
puedo leer y aprenderme de memoria un entrenamiento para completar un
maratón. Lo conozco de principio a
fin. Sin embargo, nunca salgo a
correr. ¿Podría realmente terminar un
maratón teniendo solamente la teoría?
¡Por supuesto que no! ¿Te parece
muy obvio y pueril mi ejemplo? Déjame
decirte que tristemente así actuamos con nuestra vida espiritual. Conocemos de Dios. Escuchamos predicaciones. Sabemos que es necesario orar. En nuestra memoria hay versículos
importantes. Sin embargo, en la
práctica, tu vida sigue igual. Mucha
teoría y nada de práctica. Al final,
podría atreverme a decir que estás peor que antes porque ahora conoces un mejor
camino y sigues sin querer caminarlo.
Ahora has visto la luz de Dios y has preferido las tinieblas. Pero no se trata de regaños. No se trata de señalar. No. Lo
que quiero es que abras los ojos y te des cuenta de lo que te estás perdiendo
por quedarte en la teoría y no brincar a la práctica. “El que
obedece sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él”. Es importante que aprendas la diferencia
entre el que conoce sus mandamientos y el que obedece sus mandamientos. Hay una eternidad (literal) entre una y
otra. Ahora, es normal que tengas tus
dudas. Creciste aprendiendo a
sobrevivir. La cultura no promueve tu
dependencia al Señor. ¡Todo lo
contrario! Te dicen que veas en tu
interior, que busques tu fortaleza, que crezcas tu yo y así mil y un cosas
más. Sin embargo, el día de hoy, el
Señor te está diciendo: muere a ti y obedece mis mandamientos. Así le dijo a sus discípulos: dejen lo que
están haciendo y síganme. Ellos
decidieron seguirle. Por el contrario,
el joven rico se entristeció al escuchar que vendiera todo lo que tenía y le
siguiera. Se dio la vuelta y prefirió
seguir su camino. ¡El mismo Jesús en
persona le hizo la invitación y la rechazó!
No caigas en el mismo error. No
sigas con tus mismos caminos. No sigas
con tus mismas costumbres. Al Señor no
le sirve absolutamente nada de lo que hemos construido en la carne. El quiere derribar absolutamente todo y
comenzar a construir conforme al espíritu.
Por eso dice Juan: ¿cómo sabemos que permanece en nosotros? Por el
Espíritu que nos dio. Ese espíritu es el
que te transforma. Cuando la gente dice:
sé que tengo que hacer esto o aquello pero también me tienta hacer lo
contrario, es el ejemplo perfecto del Espíritu mostrándote el camino de
obediencia versus tu carne queriendo hacer lo que siempre ha hecho.
Seguir
a Cristo no es teoría. No es un
título. No es algo que es hereda. Es un compromiso. Significa entregar tu vida por aquél que la
entregó por ti sin merecerlo. Significa
seguir y obedecer a aquél que te amó tanto que no dudó en perdonarte y
abrazarte para tomarte bajo su lecho. Significa
servir al Rey de reyes y Señor de señores.
Significa dejar el trono de tu vida y darlo a quien realmente lo merece:
Jehová.
Oración
Padre:
te amo mi Señor. Te agradezco tu amor
incondicional y tu misericordia. Hoy te
pido que pueda pasar de la teoría a la práctica y permanezca en Ti en
obediencia. Guíame para que mi vida sea
guiada por el espíritu y deje atrás la carne.
Ya no quiero seguir como antes. Quiero
tus bendiciones. Quiero caminar hacia tu
luz. Padre, toma mi vida. En el nombre de Cristo Jesús. Amén
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