¿Cómo
sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y declaramos que el
Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo. Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de
Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Pedro
es el primer discípulo en contestar que Jesús es el Cristo. En estos capítulos que hemos estudiado de la
carta de Juan, una y otra vez se habla sobre cómo reconocer quién es de Dios y
quién no; cómo permanecer en Él; se habla de la importancia que tiene el amar a
nuestro prójimo como Dios nos amó a nosotros.
El día de hoy, se nos recuerda nuevamente la gran relevancia que tiene
el reconocer en nuestros corazones que el Padre mandó a su Hijo para ser el
Salvador del mundo. Como escribí al
principio: Pedro lo reconoció y así tenemos que reconocerle nosotros. Cristo no fue un buen maestro. No fue un gran profeta ni mucho menos una
gran persona. No. El fue y es el Hijo de Dios. ¿Entiendes la diferencia? Todas las características anteriores pueden
ser igualadas por alguien más pero solo existe un Hijo de Dios. Solamente existe un Salvador. Solamente existe un Cordero Inmolado que ha
vencido a la muerte al resucitar al tercer día.
Cuando Pedro le contesta a Jesús que él es el Cristo, Jesús le dice que
esto le ha sido revelado por el Espíritu.
Esto es justamente lo que Juan está diciendo que sucede en nuestras
vidas. Al reconocer a Jesucristo como
nuestro Salvador, recibimos al Espíritu quien nos da entendimiento y
discernimiento. Sí, es totalmente
sobrenatural. De hecho, si no lo has
experimentado, mis palabras no serán suficientes para describir lo que es el
tener al Espíritu Santo en tu vida. Lo que
te puedo decir es que el Espíritu da fruto al transformar nuestro carácter y
personalidad haciéndola semejante a la de Jesús. Por esta razón vemos testimonios que jamás
imaginamos posibles. Personas que se
encontraban perdidas en vicios, ahora están limpios y dando gloria al
Señor. Personas que buscaban quitarse la
vida hoy pueden animar a otros a encontrar otro camino a través del Señor. Familias destrozadas que hoy pueden tener
comunión entre ellos. Y así, la lista
sigue y sigue. ¡Ese es el trabajo
sobrenatural del Espíritu Santo en nosotros!
Por
otro lado, Juan, inteligentemente nos dice cómo podemos estar seguros que Dios
permanece en nosotros. Hay ocasiones en
las que simplemente nos sentimos apartados de Dios. Pareciera como que Él está en el cielo y
nosotros muy lejos en la tierra.
Nosotros hablamos pero no estamos convencidos que nos escuchen. ¿Te ha pasado? Pues Juan nos tiene una respuesta y al mismo
tiempo recordatorio: si alguno reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él y él en Dios. ¿Te das
cuenta? Dios no te ha abandonado. Él no se ha ido. Él está ahí.
Siempre ha estado ahí.
Probablemente seas tú quien ha dado la espalda o está sumergido en tus
propias cosas. Sea como sea, recuerda
que el Señor permanece en ti. Dobla tus
rodillas y no te dejes engañar pues Él nunca te ha abandonado.
Oración
Padre:
gracias por no abandonarme. Gracias por
estar siempre a mi lado. Gracias por
amarme y enviar a tu Hijo. Hoy quiero
renovar mi compromiso contigo. Quiero entregarte
mi vida y pedirte que corrijas mis pasos pues quiero que mis deseos sean tus
deseos y todo lo que haga sea conforme a tu voluntad y en obediencia a Ti. Hoy entiendo cómo puedo permanecer en Ti y tú
en mí. Reconozco que Jesús es mi
Salvador y tu Hijo. Entiendo que murió
por mis pecados y te pido sea perdonado.
Gracias mi Señor en el nombre de Jesús.
Amén
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