Por el contrario, ustedes se han acercado al
monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de
ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en
el cielo. Se han acercado a Dios, el
juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a
Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más
fuerza que la de Abel.
Es triste que nuestra rutina nos impida ver
la grandeza de Jehová. Es triste que lo
que vemos pueda más que lo que no. Es
triste pensar que nuestros problemas superan al Dios todopoderoso. No sigamos así. Claro que hay días difíciles. Claro que hay momentos de incertidumbre. Claro que hay situaciones que nos gustaría
fueran distintas. Sin embargo, esto no
puede robar nuestra paz espiritual. Te lo
repito. Nada de este mundo,
absolutamente nada debe robar la paz que Dios da y tiene en abundancia para
cada uno de nosotros. ¿Tuviste un mal
día? Dobla tus rodillas y ponte a
orar. Habla con el Señor y
posteriormente escucha leyendo Su palabra.
Lee los versículos del día de hoy y date cuenta del lugar al que
perteneces por ser hijo de Dios. Abre
los ojos y entiende quién eres y hacia dónde vas. Eres hijo de Dios y tu destino es estar en el
cielo alabándole. Debes abandonar todos
esos ideales carnales. No dejes que lo
que te sucede hoy nuble tu vista y no te permita entender los versículos que
estamos estudiando. Nos hemos acercado
al Dios viviente, a sus millares de ángeles, al gozo de los que están ahí
presentes; nos hemos acercado a Jesús quien intercede por nosotros. ¿Qué más queremos? Ah, pues muy sencillo. Queremos salud, una casa más grande; un coche
nuevo, una pareja, un trabajo, más dinero, más éxito, más de esto, más de
aquello y más de lo que sea que te imagines.
En otras palabras: queremos todo lo que nuestro cuerpo pide. ¿Sabes?
El cuerpo nunca se llena. Leíste
bien. Tus deseos de la carne jamás
tendrán plenitud.
Dios nos ha llenado de promesas y está listo
para cumplirlas. El único detalle es que
debemos cumplir con nuestra parte para que Él cumpla con la suya. ¿Qué nos corresponde? Amarle por encima de nosotros mismos y
obedecerle. Él en cambio nos regresa con
su paz, su consuelo, su cuidado, su gracia, su misericordia, su amor y sus
infinitas bendiciones. ¿Quieres algo
más? ¡Mejor imposible! Frena tu rutina diaria. Frena todos tus pensamientos y
prejuicios. Medita en la palabra de
Dios. Examina tu vida. ¿Hacia dónde te diriges? Dios nos promete el cielo, sus ángeles, su
Hijo, y una eternidad a su lado. ¿A
dónde te lleva el camino que has elegido?
Oración
Padre: no merezco tu gracia ni tu amor. No he hecho nada para recibir tanto de
Ti. Te pido perdón por mis pecados y
permite que no siga como hasta ahora.
Lléname de Ti para que no haya nada más en mi vida que Tu voluntad. Limpia mi corazón. Limpia mi mente. Te pido que mis deseos sean iguales a tus
deseos y mis acciones siempre estén en línea con tu voluntad. Guíame y no permitas que caiga. Te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén
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