Una vez despedidos, ellos bajaron a Antioquía, donde
reunieron a la congregación y entregaron la carta. Los creyentes la leyeron y se alegraron por
su mensaje alentador. Judas y Silas, que
también eran profetas, hablaron extensamente para animarlos y fortalecerlos. Después de pasar algún tiempo allí, los
hermanos los despidieron en paz, para que regresaran a quienes los habían
enviado. Pablo y Bernabé permanecieron
en Antioquía, enseñando y anunciando la palabra del Señor en compañía de muchos
otros.
Cuando nada parece tener sentido no quiere decir que
Dios no tenga un propósito. Ahora, no
debemos confundir nuestras malas decisiones con malos resultados con aquellas
situaciones en las que nada podemos hacer y nos son adversas. Lo que siembras es lo que cosechas. Es un dicho muy conocido. Muy cierto.
De todas formas, nos sigue sorprendiendo cuando lo vemos en nuestra
vida. Pensamos que a nosotros no nos va
a pasar. Por alguna razón pensamos que
habrá algo que permita que el resultado sea distinto a pesar de que estamos
totalmente encaminados en la dirección incorrecta. Todo esto lo digo porque me sorprende leer
que los discípulos seguían creciendo en Antioquía. Si recuerdas un poco, Pablo casi muere en
este lugar, Pedro fue encarcelado y los creyentes eran aprehendidos y
maltratados. ¿No te parece el lugar más hostil para seguir intentando crecer una
iglesia? Pareciera totalmente necio el
querer trabajar ahí. ¿Qué sentido tiene? ¿Señor, cómo quieres que arriesguemos
nuestras vidas en un lugar que no desean recibirnos? Puedo imaginar estos pensamientos en los
discípulos. Pero el Señor siguió
mostrando su voluntad y Antioquía estaba dentro de sus planes. Los discípulos obedecieron. Después de un tiempo, el relato de hoy nos
confirma que, a pesar de las circunstancias totalmente adversas a los hermanos
en la fe, la iglesia en Antioquía seguía creciendo. ¿Cómo? Sí. A
pesar de que no tenía sentido el trabajar en ese lugar, Dios, se encargó de
demostrar cómo donde abunda el pecado sobreabunda su gracia.
Ahí estaban reunidos.
Leyeron la carta, se gozaron en lo que escucharon y en el compañerismo
que recibieron. Luego fueron
despedidos. Los hermanos habían sido
fortalecidos y animados a seguir en el camino de Dios y presenciamos un final
feliz.
Tiene que pasar tiempo. El tiempo de Dios y no el tuyo. No siempre podremos comprender lo que está
sucediendo y tampoco podemos suponer que tal fecha todo se debe aclarar. La verdad es que el tiempo del Señor es muy
distinto al nuestro. Hoy podemos ver
que, a pesar de haber atravesado circunstancias totalmente adversas y
situaciones que parecían sin sentido, nuestro Dios tiene un plan muy superior a
lo que podemos ver, el cual, nos es revelado cuando en su misericordia decide
que el tiempo ha llegado.
¿Puede venir algo bueno de circunstancias
adversas? Sí. Definitivamente que sí. Para esto, nuestro deber es obedecer
fielmente a Dios y esperar a que decida mostrarnos su plan. Mientras tanto, podemos permanecer en Su paz
y Su gozo y Su amor. No estás solo. No estás desamparado. Espera en Él.
Oración
Señor: definitivamente las circunstancias me impiden
darme cuenta que Tú tienes control y sobre todo un plan que traerá
bendición. Hoy entiendo que en tu
soberanía, tú decides qué y cuándo. Ayúdame
a permanecer en obediencia en todo momento y con mi fe puesta siempre en Ti. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén
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