Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a
Bernabé y a Pablo, que les contaron las señales y prodigios que Dios había
hecho por medio de ellos entre los gentiles.
Cuando terminaron, Jacobo tomó la palabra y dijo: Hermanos,
escúchenme. Simón nos ha expuesto cómo
Dios desde el principio tuvo a bien escoger de entre los gentiles un pueblo
para honra de su nombre. Con esto
concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré la
casa derrumbada de David. Sus ruinas
reedificaré y la restauraré, para que busque al Señor el resto de la humanidad
(los gentiles), todas naciones que llevan mi nombre. Así dice el Señor, que hace estas cosas
conocidas desde tiempos antiguos.
Por lo tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles trabas a los
gentiles que se convierten a Dios. Más
bien debemos escribirles que se abstengan de lo contaminado por los ídolos, de
la inmoralidad sexual, de la carne de animales estrangulados y de sangre. En efecto desde tiempos antiguos Moisés
siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en las sinagogas
todos los sábados.
Cuando uno entra en desacuerdo, cuando no sabe qué
hacer o qué pensar, lo que debe hacer no es preguntar a la sabiduría humana
sino a Dios para obtener las mejores respuestas. En esta ocasión, los hermanos acudieron a
ellas para poder llegar a una decisión que fuera la correcta. ¿Qué hacer con los gentiles? Pues en las escrituras el Señor muestra que
ellos también estarían incluidos dentro de su pueblo y hoy en día tenemos a
Pedro, Pablo y Bernabé presenciando milagros en las vidas de los gentiles. ¿Conclusión?
Esto es obra del Señor. Entonces,
¿qué nos corresponde hacer? Decirles que
se dediquen a obedecer y seguir a Cristo. ¡Listo! Asunto arreglado. Nuestra vida está llena de momentos como
este. Entramos en confusión e
indecisión. No sabemos cómo actuar ante
esta y aquella situación. Nos quedamos
parados y pensamos que ahí debemos estar hasta que las cosas se aclaren. La verdad es que todo se aclara rápidamente
al ser expuesta a la luz de la palabra.
Por ejemplo: ¿te hicieron daño o lastimaron? Dios nos pide que amemos y oremos por
nuestros enemigos. Asunto
arreglado. ¿Debo hacer esto o aquello? ¿Tienes que mentir? ¿Tienes que dejar de ir a tus estudios y
discipulados? ¿Estás buscando dar gloria
a Dios o a ti? Asunto arreglado. Yo sé que puedes estar pensando que hay
momentos más complicados que estos ejemplos, pero créeme, finalmente todo se
reduce a un sí o un no cuando lo medimos con la vara del Señor. ¿Por qué?
Porque ésta expone lo que hay en nuestro corazón. Así expuso lo que los fariseos estaban
queriendo hacer con los gentiles. En su
corazón no estaba el vivir por la gracia y misericordia de Dios sino que
querían continuar haciendo obras y cumpliendo leyes.
Finalmente Jacobo nos da un excelente consejo que
parafraseado diría algo así: dejemos atrás todos estos argumentos y pongamos
nuestra mirada en el Señor. ¿Qué nos
pide? Que le sirvamos. Que le obedezcamos. Que le demos gloria. Bien.
Entonces eso pidamos y exhortemos a los gentiles que lo hagan.
Bien. Esto entonces
es lo que hoy Dios te pide que hagas.
Oración
Señor y Padre nuestro: cuántas gracias te doy por darle
sentido a mi vida y por amarme incondicionalmente. Gracias por enseñarme a tomar decisiones basado
en tu palabra y darme certeza que será siempre la mejor decisión. Te pido que pueda enfocarme en servirte y obedecerte
dejando que tú te encargues de lo demás. Padre, perdona mis pecados y no permitas que me
aparte de Ti. En el nombre de Cristo Jesús
te lo pido. Amén
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