Enviados por la iglesia, al pasar por Fenicia y
Samaria contaron cómo se habían convertido los gentiles. Estas noticias llenaron de alegría a todos
los creyentes. Al llegar a Jerusalén,
fueron muy bien recibidos tanto por la iglesia como por los apóstoles y los
ancianos, a quienes informaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.
Las noticias que anunciaban pueden sonar poco
llamativas pero eso dista mucho de la realidad.
Recuerda que los judíos estaban acostumbrados a que Dios se dirigía
solamente a ellos. Además, no se
mezclaban con otras personas y tenían muy presente la distinción entre un judío
y un gentil. Cuando se hablaba de
gentiles, también se podía pensar que eran aquellos que adoraban distintos
dioses. Entonces, imagina la escena que
estamos leyendo. Llegan Pablo y Bernabé
y les informan que aquellas personas con las que no se mezclan y tienen poco
convivio, a las que han excluido y adoran a otros dioses, el Señor ha mostrado
que la reconciliación también es para ellos.
¡Algo insólito! Tenían que
transformar su forma de pensar y entender los cambios que estaban suscitándose
a través de los planes de Dios. Lo
maravilloso de esta escena es ver que esta noticia trajo gozo y alegría a los
creyentes. No se quedaron atrapados en
sus costumbres e ideas. No cuestionaron
ni pusieron estorbos para estos cambios.
Simplemente pudieron ver lo que Dios estaba haciendo y se gozaron en
ello. ¡Cuánto trabajo nos cuesta poder
hacer esto!
El Señor trae cambios a nuestra vida y cómo nos
encanta aferrarnos a lo anterior.
Pensamos que no es necesario mover nada.
Que así estamos bien. Nos cuesta
trabajo entender que las cosas deben ser distintas y que Dios está trabajando a
nuestro alrededor (y en tu interior) y esto significa cambio. La palabra de Dios nos recuerda que seremos
transformados todos los días hasta que seamos llamados o Él venga
nuevamente. ¿Por qué nos cuesta tanto
trabajo dejar atrás nuestra forma de pensar y entender que Dios necesita
empezar de cero?
Los hermanos que se regocijaron en las provincias
pudieron lograr este cambio por una sola razón: Dios estaba en primer lugar en
su vida. ¿Lo repito? Dios ocupaba el primerísimo lugar en su mente
y en su corazón. Si Dios manda esto, Él sabe lo que está haciendo y seguro traerá
bendición. No lo entiendo bien pero el
Señor sabe más que yo. Algo así
pudieron haber pensado los hermanos en Fenicia y Samaria.
¿Estás estorbando el trabajo de Dios por no ceder el
trono de tu vida? ¿Sigues pensando que
es mejor decir no al cambio que Dios quiere en tu vida? Es muy importante que medites y puedas ser
honesto. Tal vez estás siendo necio y
por ello no estás entendiendo lo que Dios te está mostrando. Hoy te animo a vivir diferente. A vivir dejando que el Señor sea el Rey de tu
vida y tú puedas gozarte con todo lo que vaya mostrando. ¿Estás dispuesto a ceder el primer lugar y
entregarlo a Jesús?
Oración
Señor y Padre: te entrego mi vida y te pido que Tú
reines en ella. Ahora entiendo que he
sido necio y que no veo tu trabajo porque sigo pensando en mí primero. Quiero vivir en tu gozo y confiado que Tú
tienes el control y que tienes cuidado especial de mí. Gracias por tu amor y misericordia. Perdona mis pecados. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
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